Roberto M. Álvarez del Blanco sobre ‘The Death of Competition’

Roberto Álvarez del Blanco

Profesor de Márketing y Estrategia de Marca en IE Business School y miembro del Comité Editorial de Manager Focus.

Adaptarse, tomar riesgos y modificar reglas siempre ha sido importante, aunque hoy resulta más crucial que nunca. Vivimos en un mundo discontinuo en el que la digitalización, desregulación y globalización están reconfigurando profundamente el paisaje industrial. Lo que observamos es una dramática proliferación de nuevas formas de vida económica: organizaciones virtuales, consorcios globales e intercambios basados en Internet reconfigurando prácticas y usos.

Inevitablemente el cambio económico emprendido generará la creación extraordinaria de riqueza en las próximas décadas.

En una reciente investigación realizada a los presidentes de las compañías del Fortune 500 sobre la generación de valor añadido económico y productividad en los sectores industriales, se ha documentado cómo conviven una serie de dinámicas de rendimiento y coexisten una serie de formas para determinar y cuantificar la creación y participación de riqueza. Se ha concluido que las estrategias entre competidores se han convertido en similares más que en diferenciadas.

Aunque la velocidad y agilidad de respuesta competitiva se han convertido en cruciales para el éxito, parece que no son suficientes. Para escapar, incluso esporádicamente, sería necesario tener que romper las reglas de la industria, y no es fácil. Requiere de un mayor conocimiento en un mundo más complejo donde pueden no controlarse algunos activos críticos para el éxito. Saber que el mundo actual opera de forma diferente es importante, pero no suficiente. Hay que saber cómo crear riqueza a través de estrategias no convencionales, muchas de ellas no probadas.

Un buen punto de partida es determinar las “reglas de ensamblaje”. Comprender el mundo empresarial como una comunidad biológica en la cual coexisten especies en comunidad y con secuencias donde unas colonizan a las otras. Estas reglas de ensamblaje, planteadas de forma espléndida e iluminadora por James Moore en su obra, describen cuántos competidores pueden existir en un ecosistema. En el ecosistema de los negocios la vida llega sólo con dosis espectaculares de estamina, paciencia y suerte. Requiere establecer un sistema y secuencia de relaciones simbióticas.

Un aspecto relevante a tener en cuenta es que la estrategia verdaderamente innovadora estará siempre a merced de la visión afortunada. La visión emerge en el suelo fértil de la experiencia, tendencias coincidentes, contactos y conversaciones imprevistos, aspiraciones no cubiertas, etc. Pero la paradoja permanece: ¿puede hacerse algo para incrementar la fertilidad del suelo en el que crecerá la estrategia? ¿Puede generarse el descubrimiento por accidente o inesperado? ¿O al menos motivarse?

Una excelente forma de proceder consiste en desarrollar una conceptualización profunda sobre la creación estratégica, no como un pensamiento o proceso sino como una capacidad para comprender lo que verdaderamente ocurre en el sector, racionalizarlo en la mente y visionar luego las nuevas oportunidades que serán manifiestas. Por lo tanto, los líderes empresariales deben, según la conceptualización de James Moore, anticipar lo que debe hacerse para elevar su ecosistema al siguiente nivel. A medida que la innovación se convierte en más relevante y que la compañía reconoce que no puede funcionar como una isla, el estudio explícito de las reglas de ensamblaje del negocio se convierte en más prioritario.

El desafío es sumergirse en una profunda reflexión sobre el oportunismo y el destino dentro del ecosistema. No tendría que existir barrera alguna para que la idea estratégica necesitara de largos períodos, y para ello habría que vencer temores en el camino. Metafóricamente, racionalizando la red y el contexto determinado en donde se vive, se compite y colabora intensamente en grupo.

Seguramente la mejor forma de crear prosperidad a todos los participantes es consecuencia del compromiso renovado hacia la innovación creativa. Para ello quizás haya que dedicar menos tiempo a trabajar en la estrategia per se y más esfuerzo a la comprensión de las condiciones previas que le otorgan su razón de ser.

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