Juan Gastesi sobre ‘Coaching’
Juan Gastesi
Director de Recursos Humanos de CAF
Las empresas del próximo siglo están abocadas a operar en entornos multiculturales, a ser innovadoras y a resultar atractivas, convirtiéndose en el empleador preferido para los profesionales.
Para la supervivencia de las empresas, es necesario incidir directamente en los profesionales, de manera que cada uno de los empleados pueda ofrecer su máximo nivel de aportación en un sentido global.
El coaching es una forma práctica de ayudar a alguien a mejorar su capacidad. Responde al criterio de que el comportamiento es una consecuencia de la forma de interpretar la realidad, al proporcionar al individuo un nuevo lenguaje y una práctica para que mejore su estructura de interpretación.
El coaching es una forma práctica y eficaz de lograr que las personas sean más competentes y estén más satisfechas, de modo que puedan aportar más a la empresa y encontrar más sentido a su trabajo. De este modo, el individuo podrá contribuir a las organizaciones y entender por qué hace lo que hace.
Sería comparable a la figura del entrenador deportivo, y está basado en una habilidad conocida. En este sentido, no hay “descubrimiento”.
Lo que James Flaherty desarrolla en su obra es la mejor comprensión de estas prácticas, su sistematización y definición clara de las claves del éxito. Más que descubrir una nueva técnica, nos obliga a “darnos cuenta” de algo que existe, aportando una valiosísima delimitación de factores críticos para el “buen hacer” de esta materia.
El éxito en un proceso de coaching está basado en el cumplimiento de varias etapas:
- El establecimiento de una relación personal constructiva, como variable fundamental.
- La consecución de una buena disposición.
- El diagnóstico riguroso de los comportamientos. El logro de un compromiso.
- Y la comunicación del coaching sobre las mejoras.
Estamos tratando una materia que tiene mucho que ver con la propia estructura de la personalidad y la adecuación de los comportamientos a una buena autopercepción de la realidad del proyecto empresarial.
Nuestra experiencia laboral nos pone en contacto con frecuencia con situaciones y prácticas que tienen mucho que ver con el coaching. Conocemos personas que ejercen bien su liderazgo, obteniendo de sus equipos colaboradores adecuados niveles de rendimiento en todos los ámbitos y en un clima de satisfacción.
La cuestión es que con frecuencia nosotros mismos nos vemos limitados a la hora de hacer lo mismo con nuestros equipos.
Nos damos cuenta de lo que es un buen liderazgo, pero ejercerlo es otra cosa. La organización, globalmente, detecta con rapidez y certeza aquellos elementos dentro de su seno que van a liderar adecuadamente sus recursos.
La oportunidad de mejorar nosotros mismos esta técnica, teniendo en cuenta todas las claves de forma nítida, es lo que James Flaherty pone ahora a nuestro alcance.
Nos llama la atención de manera especial las aportaciones que la obra contiene en cuanto a la importancia de la relación interpersonal, auténtica y creativa, de interacción personal -también el coach o entrenador aprende- y constructiva. Implica desarrollo personal, sin duda de aplicación mucho más amplia que la propia del mundo del trabajo. El crecimiento individual se manifiesta en que el beneficio de los programas de coaching no lo es para siempre; tras el proceso, llega a ser capaz de autocorregirse y autodesarrollarse, y no necesitará ya del entrenador.
Una relación interpersonal de esta naturaleza en el mundo del trabajo no puede darse aisladamente. Debe coexistir con otras actuaciones y políticas que favorezcan una disposición proactiva al aprendizaje, al cambio, a la modificación de actitudes y comportamientos, orientándose hacia la mejora de resultados.
El coaching es una herramienta individual, muy potente, para la gestión de equipos, que nos obliga a establecer relaciones personales en el ámbito profesional, enriquecedoras y estimulantes. Es una buena práctica que requiere el desarrollo de habilidades en cuanto al conocimiento de las personas, de su pluralidad, de su forma de interpretar la realidad, y luego de modificarla orientándola, de manera interactiva, hacia la mejora de resultados. Es, además, una técnica fresca, viva, que huye de técnicas cerradas y clichés, y que exige una actitud permanente de análisis y mejora.
Adquirimos un compromiso -el grado necesario de compromiso- y, a través de la palabra, el profesional ve cosas que no veía y actúa en consecuencia.
No es una conducta de aprendizaje imitativa. Es una técnica proactiva de mejora.
El libro
Ayudar a alcanzar la excelencia
James Flaherty
Para la empresa del siglo XXI, obligada a ser multicultural, innovadora y laboralmente atractiva, la clave del éxito es lograr la máxima aportación personal de cada uno de sus empleados. El [...]