José Ramón Pin Arboledas sobre ‘Por qué fracasan los directores’
José Ramón Pin Arboledas
Profesor de Dirección de Personas en las Organizaciones en el IESE
Todos conocemos políticos, empresarios, directivos, artistas, etc. que, una vez alcanzado el éxito, parecen empeñados en demostrar que no lo merecían. No es verdad. Ninguno lo obtuvo gratis. No obstante, si llegar al éxito es tarea ardua, mantenerse en él es más duro. Gestionarlo no es fácil.
Hoy está de moda la palabra self-leadership, la capacidad de dirigirse a sí mismo. Gardner ha descrito siete inteligencias: lógico-matemática, lingüística-verbal, espacial, corporal, musical, interpersonal e intrapersonal. A ellas, en su libro La inteligencia reformulada, ha añadido la naturista. De las ocho, en las organizaciones son importantes la intrapersonal (la capacidad de autogobernarse) y la interpersonal (la capacidad de interaccionar con los demás).
Mantenerse en el éxito está relacionado con ambas. En las otras seis inteligencias, salvo enfermedades, accidentes o el deterioro físico propio de la edad, el aprendizaje es positivo. En el caso de las dos mencionadas, puede ser positivo o negativo. Podemos dominarnos cada vez más, ser más disciplinados, abrirnos más a la interacción con los demás o lo contrario. En el uso del poder, que es consustancial al ejercicio del liderazgo, esto es evidente. El adagio dice que “el poder corrompe” y que “el poder absoluto corrompe absolutamente”. El uso justo, adecuado y oportuno del poder aumenta el liderazgo. El uso injusto, el no-uso cuando hay que utilizarlo y el uso inútil, lo destruye. Hacerlo bien no es fácil.
Las personas situadas en los vértices de la pirámide organizativa, los consejeros delegados, están muy cerca del poder absoluto, aunque nunca se consiga éste en su totalidad, afortunadamente. Sin embargo, curiosamente, cuanto más poder acumulan sobre los demás, más posibilidades tienen de perder la capacidad de autogobernarse. La vida real, la literatura, el teatro y el cine están llenos de ejemplos.
En algunas organizaciones, la experiencia ha aconsejado limitar los períodos de mandato para evitarlo. La prudente democracia estadounidense ha considerado que dos legislaturas (ocho años con una reválida intermedia) son tiempo suficiente para llevar a cabo un proyecto político y evitar la tentación de perpetuarse en el poder. En otras han aparecido “códigos de buen gobierno”. No obstante, además de ello, aprender a autogobernarse con acierto es necesario.
El libro de Dotlich y Cairo explica once amenazas por las que se pierde la inteligencia intrapersonal: la arrogancia, la tendencia al melodrama, la excentricidad, los continuos cambios de humor, la indecisión, la desconfianza, el distanciamiento, las travesuras, el perfeccionismo, la resistencia pasiva y la búsqueda de la popularidad a cualquier precio. Además, expone cómo detectarlas, cómo analizarlas y cómo superarlas, convirtiéndolas en oportunidades. Su lectura es una llamada a la sensatez para quienes pueden caer en la borrachera de la gloria. Llamada similar a la que oían los generales romanos que llegaban victoriosos de la batalla. Subidos en su carro, seguidos de sus tropas triunfantes, aclamados por el populacho de la ciudad imperial, una voz susurraba: “Recuerda que eres mortal”. Los consejeros delegados deberían ser capaces de soportar un “Pepito Grillo”, para criticarlos. Si alguna vez empiezan a notar que les molesta demasiado, entonces es que están perdiendo su capacidad de autogobernarse. Inteligencia que empieza con la autocrítica y con la escucha a los demás con criterio.
El libro
Por qué fallan los consejeros delegados
Peter C. Cairo y David L. Dotlich
Diferentes líderes responden de diferentes maneras en situaciones de presión, dependiendo de su manera de pensar, hablar o actuar. Saber manejar esas sensaciones y adaptarlas de la mejor manera a [...]