Juan Rosas sobre ‘Excedente cognitivo’

Juan Rosas

Director general de la Fundación de la Innovación Bankinter

El fenómeno de las redes sociales y la creciente descentralización del talento (en palabras de Friedman, “el mundo es plano”) están dando lugar a una interesante competición entre dos formas de llevar la innovación a nuestra sociedad: los global standards impulsados por las grandes empresas y los cheap hacks provenientes de las pequeñas empresas. No existe un claro ganador en este momento, pero sí razones para justificar por qué unos u otros podrían acabar venciendo.

El consenso generalizado es que el conocimiento desempeña un papel crítico en la sociedad. Tanto las grandes civilizaciones de la antigüedad, como Egipto, la antigua China o Grecia, como las denominadas “sociedades del conocimiento” actuales, como Singapur o Israel, son importantes exponentes de este hecho.

Las grandes empresas han entendido muy bien la importancia del conocimiento. Desde principios del siglo XX dedicaron importantes recursos a atraer el mejor talento y dotarle de las infraestructuras necesarias para desarrollar nuevo conocimiento. Ejemplos de ello son los grandes laboratorios de empresas tecnológicas o las condiciones muy por encima del mercado de las grandes firmas de servicios profesionales. Dicha capacidad para atraer y desarrollar conocimiento, unida a los recursos necesarios para llevarlo al mercado, dio lugar a la creación de global standards.

Con el tiempo, la búsqueda de una mayor competitividad ha llevado a un importante número de grandes empresas a desagregar la cadena de valor, tomando medidas como el outsourcing, por ejemplo. Dicho proceso ha dado lugar a un nuevo elenco de empresas especializadas, que, en la búsqueda de capturar valor más allá de proporcionar productos o servicios de una forma cada vez más eficiente, han empezado a desarrollar su propio conocimiento de forma exitosa.

De forma paralela, el desarrollo de las telecomunicaciones, particularmente de las redes sociales, y la aparición de la innovación abierta han rebajado de forma exponencial las barreras de entrada para nuevas empresas que intentan crecer en un nuevo mercado o beneficiarse de la desagregación de la cadena de valor. Son los denominados cheap hacks. Ambas formas de innovación conviven hoy día y tienen fortalezas muy distintas.

Por un lado, el desarrollo de global standards se apoya en una mayor concentración de recursos y capacidad de llegar al mercado. De hecho, el futuro de una gran parte de las pequeñas empresas que han dado lugar a cheap hacks pasa por ser adquiridas por grandes empresas que las incluyan dentro de su maquinaria.

Por otro lado, muchas pequeñas empresas han demostrado la capacidad de desarrollar cheap hacks que han tomado el mercado rápidamente, en particular alrededor del mundo de Internet y la electrónica. Más aún, los costes asociados son tan bajos y los retornos esperados tan altos que se incentiva la constante aparición de nuevos competidores.

La batalla está servida y existen poderosas razones en favor de unos y otros. La respuesta natural es que los global standards tenderán a prevalecer en los sectores más intensivos en recursos (por ejemplo, los de la aviación y la energía), mientras que los cheap hacks tendrán más éxito en mercados masivos con reducidas barreras de entrada (como los de los productos de consumo o los servicios de telecomunicaciones). En cualquier caso, el tiempo lo dirá.

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