Nerea Zabalo y Maira Cabrini sobre ‘La sociedad frente a las grandes corporaciones’
Nerea Zabalo
Responsable del área de Alianzas con Empresas de Ashoka
El sector plural, tal como explica Henry Mintzberg en su libro La sociedad frente a las grandes corporaciones, es el sector que acompaña al público y al privado. Se define como aquel formado por instituciones que no son públicas ni privadas y que no pertenecen al Estado ni a inversores privados, como cooperativas, fundaciones, sindicatos o movimientos sociales. Se podría decir que las instituciones del sector plural funcionan por iniciativas ciudadanas conectadas a un propósito en concreto: el de generar un cambio (positivo) en la sociedad.
Para conseguir vivir en una sociedad equilibrada, el sector plural debe adquirir mayor visibilidad –dejar de considerarse el “tercer” sector– y así cobrar más protagonismo en los cambios sociales, a la par de sus dos acompañantes.
Dicho esto, y entendiendo que todos somos parte de un mismo ecosistema, estos tres sectores no deben desarrollarse en paralelo, sino en sinergia y constante alianza. Debemos aunar fuerzas y recursos para afrontar esos retos compartidos entre colectivos del sector plural, empresas del sector privado e instituciones del sector público; retos como la desigualdad, el deterioro medioambiental, la pobreza energética y otros cientos de problemas a los que la sociedad, en su conjunto, hace frente.
Puede que la teoría sea más fácil que la práctica, pero hay un denominador común: las personas. Todas las instituciones, independientemente del sector al que pertenezcan, están formadas por personas, que a su vez tienen el derecho, la capacidad y la responsabilidad de contribuir al cambio social desde el colectivo, tenga la forma que tenga (empresa privada, start-up, ayuntamiento, cooperativa…). En definitiva, las personas pueden y deben ser agentes de cambio en su entorno.
De ahí nace la transformación. El terreno fértil para que crezca la creatividad, la innovación y la predisposición a solucionar problemas desde su posición, como persona, ciudadano o empleado.
Solo así la empresa, el ayuntamiento o la fundación pueden empezar un proceso de apertura para dar respuesta a los retos compartidos.
De esta manera se presenta una oportunidad –hasta ahora muy difícil de encontrar– para colaborar y explorar de manera sostenible y eficaz. Y también así surgen las “cadenas híbridas de valor”: la colaboración y la compartición de retos sociales entre una organización social y una empresa privada o ente público, que, mediante la unión de sus respectivas fortalezas, consiguen generar un impacto social al tiempo que se genera un retorno positivo (económico o de valor) para ambas partes. Estas cadenas dan pie a productos y servicios responsables y de impacto positivo, acordes al estilo de vida aspiracional de los consumidores, trabajadores y ciudadanos de hoy.
Los tres sectores –en paralelo– deben pasar por este proceso de transformación adquiriendo un liderazgo más centrado en las personas, para poder ser impulsores del cambio sostenible y convertirse en motores del cambio en la sociedad.
El libro
La necesidad del equilibrio social
Henry Mintzberg
Para recuperar el equilibrio en nuestras sociedades, la respuesta no se halla en el sector privado, aunque es cierto que se necesita una mayor responsabilidad social corporativa; ni en una [...]