Jordi Fabregat sobre ‘Invirtiendo a largo plazo’
Jordi Fabregat
Profesor de Economía, Finanzas y Contabilidad en ESADE
Ya sabemos que todo inversor sueña con comprar barato y vender caro, pero la realidad nos demuestra lo complicado que es cumplir esa máxima. Los gestores suelen decirnos que lo importante es diversificar y pensar en el largo plazo. Claro que hay ejemplos que nos sacan los colores. El Nikkei en los noventa estaba en los 40.000 puntos y ahora está en torno a los 20.000. Y nuestro cercano IBEX en 2007 rozaba los 15.000. Entonces, ¿cuántos años pueden considerarse “largo plazo”? También es habitual que los gestores de carteras intenten batir un índice de referencia y son numerosos los estudios que demuestran lo difícil –e inusual– que es que lo consigan, de ahí que muchos inversores se planteen la estrategia de inversión pasiva, compren un ETF y se relajen.
Ante este panorama, hemos vuelto a valorar la estrategia que ya definió Graham y que denominamos value investing. En realidad, en el fondo, lo que decimos es que, si invertimos en acciones, lo mejor no es mirar cada día la cotización, sino escoger bien las compañías y dejar pasar el tiempo necesario, años, para que puedan implementar las estrategias que nos han convencido para adquirirlas.
Para conocer bien las compañías, los gestores se reúnen con los directivos, contrastan las premisas, estudian la competencia y verifican las barreras de entrada y las posibilidades de crecimiento rentable y, cuando apuestan por una compañía, lo normal es que se queden un período de tiempo largo, normalmente varios años, hasta que el precio en bolsa recoge, a su juicio, una revaloración suficiente y que deje poco margen para mayores subidas.
El gran inconveniente al que se enfrenta el gestor de un fondo de renta variable es que los partícipes suelen controlarlo a corto plazo, aunque aseguren saber que se trata de una inversión a largo plazo. Ello llevará al gestor a tomar decisiones en contra de su propio criterio, pero sabe que los partícipes no tendrán paciencia para soportar pérdidas en el corto plazo. La filosofía del value investing intenta romper este círculo vicioso avisando de que es mejor no mirar el corto plazo y, en muchos casos, no incorporar ningún índice con el que deba medir su rendimiento. Ello exigirá paciencia a los inversores, pero ya estaban avisados al inicio y han de preparar su corazón para que pueda soportar períodos de elevada volatilidad.
A nosotros nos gusta la filosofía citada, pero no hay que olvidar que normalmente invertiremos en compañías de menor tamaño que las cotizadas blue chips, con menor liquidez, que por ello es normal que nos ofrezcan una rentabilidad a largo plazo superior a los índices. Y, como es tan difícil acertar las empresas que mejor se adaptarán a los cambios del mercado y que mejor aprovecharán las oportunidades que se produzcan, seguimos aconsejando diversificar en la inversión en acciones y también combinar una parte del patrimonio en ETF y otra en gestión activa, donde aprovechar el kwow-how de los gestores.
El libro
Claves del proceso inversor
Francisco García Paramés
El ‘value investing’, o inversión en valor, se basa en la adquisición de valores por debajo del valor que un comprador informado ofrecería por el 100 % de una compañía en una negociación de igual [...]