Sueña como Luther King, habla como Obama, manda sin mandar y sé tú mismo

Soñar es, en realidad, lo único que permite conseguir lo que se desea. Por eso, se debe soñar a largo plazo. Además, es importante marcarse objetivos y, para ello, deben dejarse por escrito al menos una vez al año. Se han de plantear objetivos en diferentes ámbitos, tanto en lo profesional como en lo personal.

Aunque, en realidad, existe un objetivo que engloba a todos los demás: la carrera de la vida. Pero no existe ningún método científico que enseñe cómo afrontar con éxito esta carrera de la vida y por eso es tan importante dedicarle el tiempo necesario.

Para afrontar esta carrera, el primer requisito es contar con una serie de valores humanos. Existen infinitos, pero se ha de contar solamente con aquellos que permitan construir una personalidad positiva. Dentro de este listado se incluyen algunos como la confianza, la creatividad o la empatía.

Construir una personalidad positiva implica asumir que una persona no es lo que cree que es, sino lo que los demás piensan que es. El entorno marca la personalidad, pero hay otros rasgos como la presencia o la identidad sobre los que se puede actuar, potenciando la imagen y trabajando en crear una personalidad constructiva y de liderazgo.

El gran aliado para transmitir esta personalidad positiva es, sin duda, la comunicación, ya que si no se sabe comunicarse con los demás, de nada servirán las ideas que se tengan. Sin embargo, es importante darse cuenta de que hablar en público no es más difícil que hacerlo en privado, simplemente requiere de más preparación. El primer paso es preguntarse el objetivo de la comunicación y estructurar el mensaje en diferentes temas. Para ello, es crucial investigar hasta dominar el tema del que se va a hablar, de forma que se transmita confianza y credibilidad a la audiencia. El entusiasmo es otro de los requisitos para que la comunicación se lleve a cabo a la perfección.

Además de la comunicación, un buen líder debe aprender a “mandar sin mandar”, es decir, no limitarse a dar órdenes. Mandar si mandar implica motivar, compartir e intentar hacer mejorar a los colaboradores, ya que de su propio éxito depende el de la empresa. También tiene que ver con generar credibilidad en los empleados, involucrándose en las tareas del día a día en la medida de lo posible.