Alberto Cabanes sobre ‘Emprendedores sociales’
Alberto Cabanes
Presidente y fundador de Adopta Un Abuelo.
El emprendimiento social es algo que lleva existiendo desde tiempos inmemoriales. No es algo que se haya inventado en el siglo XXI, sino que ya son muchos los siglos en los que los humanos llevan buscando impactar de una manera significativa en la vida de las personas y mejorarla a través de soluciones diversas, como pueden ser el cepillo de dientes para prevenir enfermedades bucales o el ferrocarril para unir pueblos y, por tanto, familias. Este punto es importante, porque quiere decir que históricamente las personas han pensado en los problemas de las personas, lo cual me hace pensar que todos en nuestro interior tenemos un puntito que quiere mejorar la vida del resto y dejar un mundo mejor que el que hemos recibido.
No obstante, desde hace un tiempo, el emprendimiento social está siendo el eje central para muchos emprendedores, entre los que me incluyo: encontrar soluciones a problemas sociales, con un alto impacto en los usuarios y con el objetivo, no siempre alcanzable, de la sostenibilidad a largo plazo.
Si hay algo destacable en los emprendedores sociales es que ninguno busca la rentabilidad financiera ni esta fue el motor que le movió para comenzar su aventura, sino la rentabilidad emocional y la resolución de un problema social, siempre teniendo un camino claro que garantice la sostenibilidad de la empresa a largo plazo, trazando una estrategia de 360 grados que tenga en cuenta todos los niveles de sostenibilidad posible.
En mi caso particular, comencé a emprender por el amor y admiración que mi abuelo Clemente, mi superhéroe, ha causado en mí desde niño. Cuando tienes un motivo en la vida que te hace pensar y empatizar con tu entorno, no dudas siquiera por un instante en mejorar dicho entorno. Es por ello por lo que, cuando conocí a Bernardo y quiso un nieto, no dudé en adoptarle. Tras unos meses viendo la soledad que sufren otros mayores, te autocuestionas qué puedes hacer para mejorar su vida y por ello comencé a poner en contacto a mayores y jóvenes.
Dos años después, ese amor por mi abuelo y la empatía que siento por los mayores, junto con un buen estudio sobre el terreno y un modelo de negocio claro, hicieron que dejara un empleo fijo y estable, y, ante las dificultades del comienzo, no dudara en vender mi televisor, mi iPad e incluso mi coche para financiarme y apostar por un futuro incierto, porque mi motor no era ni es vender mi empresa, sino llegar a tantos abuelos como sea posible para regalarles la compañía de jóvenes dispuestos a aprender de ellos.
¿Dónde está el éxito del emprendedor social? ¿Es impactar y/o vender tu empresa? En mi caso sabré que he triunfado cuando dentro de sesenta años sea yo el abuelo adoptado y pueda recibir la alegría de la juventud y yo de regalar la virtud de la sabiduría. Un equilibrio entre sostenibilidad y medición de impacto.
El libro
Creando valor económico y social
Ignacio Álvarez de Mon
Los investigadores resaltan la figura del emprendedor social como un líder comprometido con la sociedad en la que vive, concienciado de la importancia de los problemas que acucian a su comunidad [...]