Ángel Alonso García sobre ‘El nuevo ciclo empresarial’

Ángel Alonso García

Ingeniero industrial y miembro de Sayma Consultores

Es sabido que el religioso checo Gregorio Mendel realizó sus fructíferos experimentos sobre genética empleando guisantes. Cultivaba las legumbres en el pequeño huerto del convento y esperaba con paciencia de agustino la siguiente cosecha para comprobar los resultados. Viene siendo tradicional aplicar este mismo enfoque al análisis que se realiza en la literatura técnica sobre la evolución de las empresas. Cuando se habla, por ejemplo, de General Motors, se suele comenzar con la turbulenta etapa de Durant; se pasa luego por la brillante fase de Sloan, el acertado enfoque comercial de Ketting, la intromisión de los fabricantes japoneses… Finalmente, se extraen conclusiones tomando como referencia una evolución de varias décadas.

Hoy día, los genetistas ya no emplean guisantes. Prefieren experimentar con moscas de la fruta, seres dotados de un metabolismo tan rápido, que en pocas semanas son capaces de engendrar varias generaciones. Así, el tiempo de espera se reduce y se consigue una cascada de información que requeriría cientos de años si los experimentos se hicieran con guisantes. Al igual que se habla de trenes de alta velocidad, también deberíamos hablar de empresas de alta velocidad: organizaciones con una acelerada clockspeed que se ven obligadas a actualizar constantemente su producto, proceso y modelo organizativo para mantenerse en la cresta de la ola. Auténticas moscas de la fruta, de las que podemos aprender mucho -y lo más importante- en poco tiempo.

Lástima que, en un escenario tan incierto, cualquier descuido pueda resultar fatal. Si se alcanza, el éxito llega a cotas mucho más elevadas que las de antaño. Sin embargo, un retraso en el cambio se paga siempre muy caro. Charles H. Fine ha tratado en esta obra de analizar en profundidad las claves del éxito y las directrices de actuación en un entorno de incertidumbre y cambio. Dicho así, quizá alguien piense que Clockspeed es otro revival más del conocido best-seller de Peters y Waterman, En busca de la excelencia. En mi opinión, existe una diferencia clave: Peters experimentaba con guisantes cuando estudiaba la evolución de IBM o de Ford; Fine lo hace con moscas de la fruta al analizar Intel, Microsoft o Compaq.

No obstante, internarse por un terreno tan resbaladizo puede acarrear problemas a cualquier autor. Ya le pasó a Peters cuando calificó de excelente a IBM. Pocos años después, el Gigante Azul comenzó a amoratarse por la asfixia que le producían ciertos problemas estructurales. En el caso de las dificultades de Microsoft con el Departamento de Justicia norteamericano, no sabía si todo podía ser debido bien a una mala pasada de la clockspeed de la compañía o bien a otros problemas de fondo. Decidí dar una vuelta por la página web del profesor Fine (http://web.mit.edu/afs/athena/org/c/ctpid/www/ people/Fine.html) y no pude resistirme a la tentación de mandarle un mensaje: “Tras los recientes acontecimientos en Microsoft, ¿cambiaría algo de su libro Clockspeed?”. Su amable respuesta no se hizo esperar: “En absoluto, los problemas de Microsoft son consecuencia de la elevada velocidad de cambio a la que se ven sometidas muchas empresas. Debemos acostumbrarnos cada vez más a que los ciclos de éxito y fracaso se sucedan en períodos muy cortos de tiempo”. Razón no le falta.

A beneficio de inventario, diré que Clockspeed es un libro de recomendable lectura cuajado de ejemplos y experiencias reales que muestran el extenso bagaje de Charles H. Fine y su acertado criterio. Le resultará difícil encontrar puntos, comentarios o ejemplos que no inviten a una provechosa reflexión. Como aspectos negativos, citaré la continua tendencia del autor a plantear sus argumentos empleando símiles biogenéticos, en un principio pintorescos y originales, pero que pueden abrumar al lector, y la exagerada retahíla de nombres de empresas, personas y fechas, que pueden originar cierta confusión.

Le recomiendo que lea el libro y que después deje pasar unos días. Luego, con el poso que le quede, plantéese tres preguntas: ¿cuál es la clockspeed de mi empresa u organización?, ¿qué oportunidades y amenazas me ofrece? y ¿de qué manera puedo aprovechar esas oportunidades? Sin duda, dar respuesta a estas preguntas le conducirá a través de una deliciosa y fértil reflexión. ¡Ah!, y dése prisa, porque tempus fugit.

El libro

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