Ángel L. Arboníes sobre ‘Innovation Explosion’

Ángel L. Arboníes

Socio fundador y director de Ángel Arboníes & Asociados

Un título apropiado para un libro muy estimulante. Y digo apropiado porque el libro describe una explosión de la actividad innovadora si atendemos a las múltiples y profundas mutaciones que algunas empresas y organizaciones, las más innovadoras, presentan en su constante búsqueda por permanecer competitivas. Estos cambios apuntan hacia:

la adopción decidida de las tecnologías de la información y el software en toda su extensión, como tecnologías que ayudan a derribar muchas de las barreras que tradicionalmente obstruyen la innovación;
la aparición de nuevas formas organizativas en íntima relación con estas nuevas posibilidades de comunicación-colaboración;
el replanteamiento de la función directiva y los nuevos roles de los directivos, incluyendo aspectos relacionados con la participación, los incentivos y la gestión del conocimiento.

Este libro se suma a una nada desdeñable corriente de pensamiento que desde hace un tiempo viene enfatizando la gestión de los activos intangibles de la organización y, en especial, el capital creativo e intelectual de todas las personas.

En todo el desarrollo argumental de la publicación se plantea la importancia de establecer “condiciones para innovar”. Esto me recuerda lo que un conocido industrial dijo: lo importante no es buscar innovaciones incrementales, ni siquiera una radical, lo importante es crear una organización innovadora.

Para ello, las pistas que proponen Quinn, Baruch y Zien, bien argumentadas con ejemplos reales, son las siguientes:

El decidido e intensivo uso de las tecnologías de la información, comunicación y multimedia. Los equipos, las redes de trabajo, los consensos, las alianzas, el trabajo integrado sin límites espaciales y la búsqueda de modelos participativos adquieren nueva dimensión con el uso de estas tecnologías. El reto está en convertir la información “superabundante” en conocimiento para competir. La revolución está en que estas tecnologías ofrecen bases para romper las viejas estructuras y filosofías de gestión, pero el cambio está en las personas.
Los cambios drásticos en la forma de gestionar y organizar las empresas. Las TI permiten sistemas orgánicos de organización, no jerárquicos, que promueven la iniciativa y la creación y difusión de nuevos conocimientos. El control de gestión y las reglas financieras deben ser redefinidas para evitar la medición de costes incrementales y enfatizar los costes de oportunidades perdidas.
Crear capacidades distintivas basadas en el conocimiento, no en activos físicos. En este sentido, conviene detenerse a pensar en las actividades que son objeto de outsourcing para no dañar las capacidades básicas de la organización. Las pequeñas empresas deben especializarse en conocimientos específicos de una actividad para producir alto valor añadido a un coste más efectivo que sus competidores.
Organizaciones adaptadas. No existe una forma organizativa recomendable, sino que cada empresa debe buscar la suya (adhocracia).

Quinn y su equipo no sólo apuntan y proponen cambios en la gestión empresarial, sino que sus planteamientos les llevan a proponer nuevas estrategias nacionales en el desarrollo económico. Partiendo de la necesidad de nuevos indicadores de progreso que tengan en cuenta el potencial de las llamadas “industrias basadas en el conocimiento”, los autores hacen propuestas sobre las políticas industriales y tecnológicas. Las consideraciones sobre el conocimiento científico y su difusión, el papel de los gobiernos y las nuevas propuestas de actuación son los aspectos más relevantes de la publicación.

Para los autores, la creación de conocimiento ha estado basada en modelos de creación científica de las ciencias de laboratorio, pero el conocimiento nace por otros muchos caminos.

La creación de conocimiento requiere nuevos planteamientos organizativos. Y esto se traslada a la acción gubernamental, que debe integrar y gestionar nuevos recursos, el conocimiento, la tecnología y la innovación de forma radicalmente distinta a como gestionó la escasez de materias primas y de otros recursos.