Ángel L. Arboníes sobre ‘Rational Exuberance’
Ángel L. Arboníes
Socio fundador y director de Ángel Arboníes & Asociados
Este libro nos da una clave, un grito despertador para un comportamiento social adormecido y auto-complaciente en las sociedades opulentas. Si excluimos algunos comentarios sobre programas políticos y jerga económica, muy propios de Estados Unidos, el mensaje del libro nos sirve y nos llega, creo yo, a tiempo.
El mensaje es muy contundente: el crecimiento que necesitamos para los próximos años es un crecimiento exuberante; todo lo que no sea crecer en productividad por encima de los crecimientos de población nos dejará en niveles de renta por persona inferiores a los actuales. En otras palabras, si la población crece, pero la población productiva crece en menor proporción -se estima que el porcentaje de crecimiento será la mitad-, el resultado será que, para mantener una renta constante por persona, habrá que ser el doble de productivo. Y, para ello, sólo queda innovar y generar puestos de trabajo de alto valor añadido, incorporándose a sectores avanzados en conocimiento y tecnología.
Ésta es una apreciación correcta y que merece la pena ser tenida en cuenta, porque nos está diciendo que innovar es una necesidad; ha dejado de ser una opción. A la clase político-económica que dirige la economía de un país se le exige que conduzca a las empresas y territorios hacia la innovación. Las políticas económicas industriales que han fomentado la productividad a base de políticas de calidad y reducción de costes ya no sirven, de manera que una posición económica conservadora sólo llevará a una situación peor que la actual.
Claro que innovar no parece fácil, por un lado, si encontramos a los economistas pensando en crecimientos moderados y aconsejando déficit presupuestarios cercanos a cero, mientras seguimos con las inercias de acumular bienes físicos, especialmente infraestructura, que es el gran destino de los fondos públicos. La construcción, sobre todo en infraestructura vial, es ahora mismo el motor de desarrollo de la economía vasca y española, liderado, además, por las instituciones públicas. Como dice el premio Nobel Stiglitz, será que los economistas de la economía clásica están más preocupados por acertar sus predicciones que por proponer respuestas a los problemas. Al fin y al cabo, no salen de las fórmulas keynesianas de ahorro más inversión pública a poder ser con déficit presupuestarios cero. Les cuesta mucho más entender la destrucción creativa del conocimiento y la tecnología. Eso es muy arriesgado.
Por otro lado, los empresarios se encuentran muchas veces en una ratonera, en la que se encuentran innovando de forma incremental y luchando contra la imparable reducción de márgenes. Muchas empresas se enfrentan a un espacio de márgenes menores en la medida en que los costes apenas pueden reducirse mientras los precios están anclados. Lo que sucede es que, en esta lucha desigual, la batalla está perdida y hace falta innovar de forma disruptiva para buscar nuevos espacios de creación de valor. Sin embargo, Clayton Christensen lo explicó muy bien: muchas empresas siguen innovando incrementalmente en la ratonera y dejan de innovar en negocios adyacentes de alto valor añadido. Para muchos, la opción es deslocalizar plantas a países de bajo coste de mano de obra, pero las autoridades económicas saben que estas respuestas sólo son parches en el desarrollo económico de un país. Una forma de ganar tiempo.
La clave -y en eso el libro vuelve a ser claro- es generar una coalición para innovar en la que se involucren la clase política, la clase empresarial, los sindicatos, los directivos, las escuelas de negocios, la formación en general y la sociedad. Vivimos bien, pero no tenemos garantizado el futuro.
El libro
De la innovación al crecimiento exuberante
Michael J. Mandel
Los avances en tecnologías de la información (TI) de hoy día sólo nos llevan a mitad de camino de donde deberíamos estar; las economías desarrolladas deben seguir innovando si quieren mantener su [...]