Claudia Alcelay sobre ‘The Rise of the Project Workforce’

Claudia Alcelay

Codirectora del Máster CAPM en dirección de proyectos de laUniversidad Autónoma de Madrid

Parece demostrarse con cada vez más rotundidad que una dirección de proyectos efectiva requiere “algo más” que comprender y aplicar los conocimientos, habilidades y técnicas aprendidos. El componente humano, que, según el Project Management Institute, implica más del 70% de la actividad de la dirección dentro de un proyecto, está siendo objeto de estudio, análisis e interpretación por parte de la mayoría de los expertos en el tema.

En la actualidad existen dos elementos que se perciben críticos a la hora de abordar una buena dirección de proyectos y que se encuentran destacados en este libro. Por una parte, los profesionales, en un entorno cada vez más global y apoyándonos en Internet, los ordenadores y un sinfín de programas que permiten una comunicación fluida, resolvemos muchas de las incidencias del día a día. Con ello conseguimos que los proyectos avancen y que en los primeros estadios de su ejecución percibamos una sensación de progreso muy positiva. No obstante, lo que se detecta en fases más avanzadas del proyecto es que una cantidad importante de la información manejada no entra en los canales de comunicación estándar, con lo que parte de ella se pierde y, con el paso del tiempo, la rotación de personal o el cambio de responsabilidades en un proyecto, comienza a generarse una sensación de pérdida de control y el proceso de lecciones aprendidas tan importante en metodologías como el Project Management Professional (PMP) no llega a realizarse correctamente.

Por otra parte, en un intento de implicar al conjunto de agentes intervinientes en un proyecto para la mejora de su calidad y de los índices de satisfacción, la dirección de un proyecto y su equipo deben velar por incluir dentro de él y de sus canales informativos a los clientes, a la organización ejecutante y al conjunto de interesados. Ello presupone un buen manejo de las habilidades interpersonales por parte de la dirección y del equipo.

Por tanto, además de los conocimientos de dirección general tradicionales, una buena dirección de proyectos requiere el conocimiento y manejo de las denominadas “áreas de experiencia”, entre las que encontramos los fundamentos de la dirección de proyectos, conocimientos, normas y regulaciones, comprensión del entorno y habilidades interpersonales. Dentro de las habilidades interpersonales más necesarias destacan la comunicación, el liderazgo, la motivación, la negociación, la gestión de conflictos y la resolución de problemas. Valores cada vez más en alza en los procesos de selección de personal.

El conjunto de herramientas, procesos y técnicas aplicados a las áreas de conocimiento de un proyecto (integración, alcance, tiempo, costes, calidad, recursos humanos, comunicación, riesgos y adquisiciones) permite el control y la correcta gestión de dicho proyecto, mediante un proceso de estandarización con el objetivo de reducir riesgos asociados a despilfarros informativos y de gestión del alcance, tiempo y costes. No obstante, queda una parte importante del éxito del proyecto dependiente de factores cada vez más asociados a “personas” y, por tanto, a sus habilidades sociales, a su capacidad para aprender, y de un código ético que el PMP traduce en forma de código de conducta profesional para la ejecución del trabajo de todos sus miembros. Un código basado en el respecto mutuo, el entendimiento, la honestidad y la gestión transparente de los proyectos.

El libro

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