D. Torres sobre ‘El futuro del management’

D. Torres

Profesor de Estrategia de ESADE

La innovación en la gestión, es decir, en el modo de dirigir empresas y organizaciones, es un concepto de gran relevancia en la actualidad. Hasta hace muy poco, este tema no había sido objeto de gran atención de pensadores y consultores, pero ahora algunas teorías están poniendo de manifiesto que tal vez sea hora de cambiar de actitud.

Para comprender por qué, es bueno retroceder a los comienzos del management y revisar su evolución hasta el día de hoy. La gestión nace en Inglaterra y Escocia hacia 1776, con la Revolución Industrial y las teorías liberales de Adam Smith. A los primeros pensadores sobre gestión les preocupaba principalmente el reclutamiento de la fuerza de trabajo, su formación y su organización. La empresa marchaba al ritmo de la máquina de vapor, no sólo metafóricamente hablando, y las personas debían ser organizadas para trabajar de forma coordinada y eficaz. Durante casi doscientos años, distintas escuelas de pensamiento han ido desarrollando nuevas teorías, todas centradas en la organización del trabajo: desde la gestión científica de Taylor hasta la comprensión actual del liderazgo, pasando por las aportaciones de la psicología.

Sin embargo, en 1962, la situación cambia drásticamente. El historiador americano Alfred Chandler introduce el concepto de estrategia, contraponiéndolo al de estructura. Esta aportación tiene la virtud de introducir la idea de entorno, abriendo la empresa al exterior y mostrando cómo la estrategia permite a la empresa seguir un rumbo, pero adaptarse a los cambios y circunstancias del mercado. Para Chandler, la estrategia es la determinación de los objetivos a largo plazo, la adopción de cursos de acción y la asignación de los recursos necesarios, mientras que la estructura es el diseño de la organización para implantar la estrategia. Por tanto, la estructura debe seguir a la estrategia. La innovación en la gestión no es más que una necesidad que surge cada vez que cambiamos la estrategia.

La era de turbulencias en la que vivimos desde entonces ha ido modificando los intereses de los pensadores sobre el management. La innovación hace tiempo que preocupa tanto a gestores como a escuelas de negocios, pero el objeto prioritario de aquélla ha ido evolucionando con el tiempo. En los años ochenta, el acento se puso en la innovación de productos y servicios. Con el crecimiento de la oferta y la dificultad de identificar necesidades insatisfechas, se hizo relevante repensar los mecanismos para lanzar productos innovadores. Con la recesión que acompañó el principio de la década de los noventa, la innovación se centró en los procesos, en la reingeniería, para reducir los costes y aumentar la eficacia operativa. El cambio de siglo ha traído consigo Internet y una oleada de nuevas tecnologías que han transformado el mundo empresarial y han generado innovadores modelos de negocio.

Sin embargo, estos últimos años se han caracterizado principalmente por la creciente importancia de la creación de ciertos recursos inmateriales sobre el éxito empresarial. Estamos hablando de los activos intangibles, de la imagen de marca, de la reputación corporativa y del conocimiento protegido. Y ahora surge la paradoja: para que una empresa tenga éxito generando nuevo conocimiento, no basta con formular la estrategia adecuada. La estructura, la forma de organizar y gestionar las personas, aparece como un factor esencial.

En los próximos años, el éxito empresarial tendrá que venir de la mano de profundos cambios en la forma de dirigir las organizaciones y movilizar el talento. La innovación en la gestión será, probablemente, la fuente más importante de creación de valor económico.

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