Diego Fernández sobre ‘El método de lo no obvio’

Diego Fernández

Director de Ogilvy Upcelerator, el global Accelerator program de OgilvyOne Worldwide

Aprovechando la brillante reflexión que nos regala Rohit Bhargava en este “iluminado” libro, si me permiten, lo llevaré a mi terreno, la innovación corporativa y, más precisamente, la innovación abierta (open innovation).

El libro, por lo menos en gran parte, se centra en la identificación de tendencias o de señales que nos pueden ayudar a identificar un nuevo camino hacia una innovación. Tener un método de observación es clave, aunque, en mi opinión, cobra suma importancia si se combina con metodologías para capitalizar estos insights y transformarlos en planes de ejecución, que es donde realmente tendremos alguna posibilidad de bajar al terreno y validar una buena idea, sea de negocio, producto, servicio, etc.

En la innovación abierta, tener un método eficiente de observación del exterior es prioritario o, mejor dicho, es un must. Para esto es sumamente importante poder identificar las fuentes más relevantes, a las que, en el caso de la innovación abierta, suelo llamar “fuentes vivas”, o sea, entidades tales como aceleradoras afines a tu sector, incubadoras, centros de I+D, universidades, iniciativas gubernamentales, start-ups y, por supuesto, fuentes tradicionales como los medios de comunicación generalistas o sectoriales.

Y no solo se trata de identificarlos: hay que pasar a la acción y entablar relación con cada uno de estos agentes de una forma particular y real. De esta manera, estos stakeholders serán fuentes reales y útiles para nuestra actividad en innovación, aportándonos visiones especializadas que nos podrán llevar a un proceso de creación aplicado, tal como describe nuestro autor en el libro.

Siguiendo el hilo del libro, también se habla de saber aplicar los insights que se consiguen extraer de esas fases de observación. No obstante, para poder pasar a la acción, antes nos queda entender, de una forma profunda y honesta, cuáles son los retos reales a los que nos enfrentamos como compañía, sea la subsistencia, la necesidad de innovación disruptiva, la diversificación de nuestra actividad en nuevos sectores o disciplinas, la mejora de la competitividad, etc. De esta manera conseguiremos conocer la visión interna de nuestra compañía, la cual, combinada con los insights externos, nos coloca en la posición de salida para trabajar en cualquier actividad de innovación aplicada.

La open innovation puede ser una forma de conseguir que la innovación sea mucho más efectiva que la innovación interna, la cual se utiliza mayormente para mejoras secuenciales u optimizaciones de procesos internos, pero de ninguna manera nos podrá ayudar la innovación tradicional si nuestro objetivo es disruptivo, lo que requiere un enfoque completamente diferente y, sobre todo, una línea de pensamiento y de ejecución que seguramente no tiene la empresa en su interior.

Estamos hablando de un cambio cultural, un cambio sobre el “cómo se hacen las cosas”. Esto último no es rápido, pero se puede conseguir aplicando metodologías de innovación abierta, la cual combina mentalidades y agentes externos con las capacidades y el know-how internos. Por eso es una fórmula muy efectiva y cada vez más utilizada.

Para que terminéis de visualizar de qué hablo, seguro que iréis viendo que muchas grandes compañías están creando procesos de estos, por ejemplo, a través de formatos tales como aceleradoras o incubadoras corporativas. Esta es una manera eficiente de contactar con fuentes de innovación y de ejecución como son las start-ups, las cuales pueden aportar conocimiento vertical, pero sobre todo una manera plug-and-play de incorporar la innovación con un time-to-market casi inmediato.

Eso sí, no todo es bueno y fluido. Poder trabajar con start-ups requiere, sobre todo para las grandes compañías, una capacidad de apertura fuerte, la cual se debe trabajar codo a codo con organizaciones que ya tengan incorporada la filosofía start-up y que puedan ayudar y guiar en dicha transición.

En todo caso, vale la pena intentarlo, tal como demuestran innumerables casos de éxito. Y algo está claro: hoy en día el lema es “¡Innovar o morir!”, ¿verdad?

El libro

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