Diego Orbea sobre ‘The Upside’
Diego Orbea
Colaborador en Right Management en ManpowerGroup
En los tiempos actuales, las empresas se afanan en intentar averiguar cómo pueden acceder a un mercado de importantes beneficios, de clientes satisfechos y de pocos competidores. Ante este deseo, se encuentran con una serie de riesgos que podemos considerar estratégicos, actualmente la mayor fuente de pérdida de valor de las empresas.
No existe ninguna forma de eliminar por completo el riesgo estratégico. Los grandes líderes consideran su gestión óptima una disciplina de primer orden, que todos debemos dominar y aplicar diariamente. No obstante, como suele ocurrir, la vorágine del día a día hace que:
- Nos olvidemos de observar a nuestro alrededor para ser capaces de entender qué está pasando realmente y qué puede llegar a pasar.
- No nos paramos a pensar en el futuro para anticiparnos a lo que nos puede ocurrir y limitar los riesgos.
- No nos preguntamos qué quieren nuestros clientes de nosotros, cómo podemos satisfacer sus necesidades y conseguir que sean fieles.
- No controlamos lo que hace nuestra competencia, ¿nos están adelantando?; ¿han visto y comprendido algo que nosotros no hemos visto?; ¿hacia dónde se dirigen y por qué?
Si dedicamos tiempo a estas acciones nos anticiparemos a los riesgos; podremos poner unas contramedidas específicas que resultarán eficaces y mejoraremos de forma notable las posibilidades que tiene nuestra empresa de sobrevivir e, incluso, tendremos la posibilidad de prosperar en el entorno actual. Las estrategias que nos sugiere el autor son las siguientes:
- Cambiar las probabilidades introduciendo nuevos proyectos y controlando el optimismo inherente a un nuevo negocio. El optimismo es bueno porque lleva aparejada una dosis de energía que ayuda a la puesta en marcha del proyecto, pero si no se controla puede hacer que no calculemos correctamente los riesgos.
- Reducir el riesgo del cliente: debemos preguntarnos qué sabemos de ellos. Un cliente puede cambiar de gustos sin motivo aparente, pero si nos dedicamos a conocerlo podremos anticiparnos y encauzar sus gustos a nuestro modelo de negocio. Hay que centrarse en el cliente.
- Bifurcación del camino. Un cambio brusco, repentino, que puede eliminar el valor de nuestro negocio, sólo aparece por dos causas: surgimiento de una nueva tecnología o creación de un nuevo modelo de negocio. Estos cambios no son inesperados y todo buen directivo debe estar preparado.
- La entrada de un competidor único: esto nunca es repentino, siempre existen señales que pueden verse con suficiente antelación. Dedicar tiempo a observar la evolución y los giros del mercado nos dará la clave para sortear y adelantar medidas.
- Reconsiderar nuestro negocio para proteger la marca. La caída de valor de las marcas nos obliga a sostenerlas y a desarrollar un gran diseño de negocio.
- Huir de una zona de no beneficios. La forma más interesante de huir de esa zona es crear un marco de colaboración con nuestros competidores, ahorrando dinero y aumentando los márgenes de producción.
- Riesgo de estancamiento. Ocurre cuando las ventas y los beneficios llegan a su máximo y dejan de crecer. Lo más preocupante es el abandono del talento. En un entorno en que el talento cada vez es más escaso debemos poner todo nuestro empeño en retenerlo y atraerlo. Sólo así podremos sobrevivir en los mercados actuales.
El libro
Siete estrategias para convertir las amenazas en crecimiento disruptivo
Adrian J. Slywotzky
Los momentos de máxima amenaza son cada vez más frecuentes y obvios en el mundo empresarial. El riesgo estratégico se ha convertido, quizá, en la mayor fuente de pérdida de valor en la economía: [...]