Efrén Martín sobre ‘Ahora, descubra sus fortalezas’
Efrén Martín
Gerente de FVMartín, profesor de Deusto Business School
Procrustes era un mítico personaje que invitaba a los viajeros a alojarse en su posada, para después «acomodarlos» a la cama: estiraba a los bajos hasta descoyuntarlos y aserraba lo que sobresalía de los altos. Esta horrible historia tiene un siniestro paralelismo en nuestra época y cultura: tendemos a adaptar a las personas a las tareas y procedimientos, en lugar de proceder a la inversa. Estamos dominados por trabajos que estresan o aburren, al superar o limitar el talento natural de las personas, y por una obsesión enfermiza hacia la corrección de carencias y debilidades. Sabemos mejor para qué no servimos que para qué valemos, y con ello gastamos excesivo tiempo, dinero y energía en el absurdo objetivo de ser como no somos, cuando la meta es llegar a ser lo que podemos ser.
Existe un enfoque alternativo en la nueva Psicología Positiva, que quiere recordar a las personas la ventaja de pensar en las cualidades que sí tenemos, sin caer en la fantástica audacia –tan socorrida por los pseudopsicólogos del desarrollo personal– de que todos podemos destacar en todos los campos.
Los talentos se desarrollan en áreas distintas para cada individuo, relacionadas con la estructura neuronal única de cada cerebro. Son nuestros patrones más sólidos de pensamiento, sentimiento y acción. Con el aprendizaje se convierten en fortalezas manifiestas, en excelentes competencias.
El primer paso para desarrollar por completo una fortaleza está en la identificación del talento innato. El Instituto Gallup, que solo trabaja con empresas-cliente de más de mil empleados, ha desarrollado un cuestionario de diagnóstico, accesible únicamente a través de la compra de este libro, que incluye un ID. Tras cumplimentarlo en Internet, se recibe inmediatamente una descripción de los cinco talentos más sobresalientes de los 34 posibles, en los que uno se ve fácilmente reflejado. Es realmente impactante y enriquecedor, porque ayuda mucho al discernimiento sobre nuestro potencial, que, de puro evidente, deja de serlo para uno mismo y a veces puede llegar a interpretarse como un defecto.
El segundo paso consiste en saber manifestar dicho talento mediante conocimientos y destrezas. Cabe recordar aquí la importancia concedida siempre a la práctica continuada, cuyo mejor defensor fue Aristóteles, quien hizo la contundente afirmación siguiente: «Realizando acciones justas y moderadas se vuelve uno ecuánime y templado. Sin hacerlas, nadie llega a ser bueno. Muchos, sin embargo, no actúan como deberían, sino que, refugiándose en teorías, creen filosofar y, de ese modo, hacerse virtuosos. Se comportan como los enfermos que escuchan con atención a los médicos, pero no obedecen a lo que les es prescrito. De igual modo que los pacientes no sanarán su cuerpo con especulaciones, tampoco los otros curarán el alma con razonamientos».
El valor de este libro es recordarnos que la práctica en sí misma no conduce a la excelencia; ha de ser aplicada a un talento innato. Conviene aprender algo de todo (para no ser incompetentes) y todo de algo que esté relacionado con nuestro talento natural (para ser altamente competentes).
En este proceso de crecimiento, el individuo tiene la responsabilidad y el reto de buscar la forma de ser excelente en su trabajo, mientras que la empresa es responsable de poner los medios y eliminar obstáculos, además de alentar y reforzar a las personas en su esfuerzo, otorgando –de nuevo recurrimos a Aristóteles– «honor y sustento».
El libro
Descubra sus habilidades
Marcus Buckingham y Donald O. Clifton
La empresa no solo debe adaptarse al hecho de que cada persona es diferente, sino que también ha de capitalizar esas diferencias: debe buscar las fortalezas de cada miembro de la organización [...]