Efrén Martín sobre ‘El futuro del trabajo’
Efrén Martín
Gerente de FVMartín, profesor de Deusto Business School
La nueva economía propone crear modelos más sistémicos, que incluyan variables «tangibles», como la tecnología, e «intangibles», como la libertad, con los retos para la gestión que ambas –y sobre todo esta última– suponen. Como decía Simón Bolívar, «más cuesta mantener el equilibrio de la libertad que soportar el peso de la tiranía».
Este libro no habla del futuro de todos, sino del presente de algunos. Aunque el autor apuesta por la inteligencia y el uso creativo y libre de la tecnología en el entorno laboral, la conflictividad social/mundial, que surge de la diferencia de valores económicos, políticos, religiosos, culturales y nacionales, obstaculizará el advenimiento del mundo perfecto, al menos para todos.
La naturaleza del cambio en nuestras empresas está ligada al cambio social, y viceversa, tanto en los aspectos técnicos como en creencias, en un flujo de ida y vuelta de distinta proporción:
- Partiendo del input cultural de la sociedad, la empresa se convierte en la fuerza impulsora de la innovación. El mundo ha cambiado más rápida y profundamente desde que se constituyeron las primeras empresas, en las que se concentran las mentes de las personas en la búsqueda de soluciones, que posteriormente absorbe –y transforma– a la sociedad y al resto de las organizaciones.
- Es en la sociedad (familia, escuela, universidad, medios de comunicación, grupos económicos, religiosos, políticos, etc.) donde surge el cambio de actitudes, valores y costumbres, que más tarde se implantan en las empresas. Después, las nuevas formas de trabajo transforman los usos sociales, incluyendo la estructura familiar clásica. En otras ocasiones, los agentes sociales pueden impedir la evolución del trabajo en ciertas direcciones propuestas por los gestores de negocios (flexibilidad laboral total y despido libre, por ejemplo).
Por esto, es nuestra responsabilidad laboral dominar y facilitar a otros el uso de la tecnología como medio para una mayor calidad de vida profesional. Igualmente, es nuestra responsabilidad social expresar en nuestra conducta los valores que inspiren a todos, como vía hacia un mayor bienestar general.
Como bien afirma el propio autor, todo dependerá de «qué» elijamos hacer (movidos por nuestros valores), ya que nuestra conducta está determinada no solo por el intelecto racional y creativo, sino también por una extraña estructura de prioridades, que conducen al consumo excesivo, al agotamiento de recursos naturales, a la destrucción de la naturaleza, al cambio climático, a la corrupción y a las guerras. No será la tecnología la que por sí sola dirima la cuestión, sino la sociedad en su conjunto la que marque la pauta. Como dicen en África, «para educar a un niño, hace falta toda la tribu».
A esto hay que añadir que no todos están predispuestos para la libertad y capacitados para ejercerla, aunque la exijan, porque esta también implica responsabilidad, riesgo e incertidumbre, sobre todo si se toma como valor aislado y se olvidan los otros dos grandes principios que la Revolución Francesa destacó para una sociedad y, por extensión, para una empresa más humana: igualdad y fraternidad.
Para no ser totalmente negativos, mientras disfrutemos de unos grados de libertad, las ideas del autor son muy atractivas: crear y disfrutar un entorno laboral mucho más estimulante y libre. Seguramente, cuando se alcanza cierto techo económico, el mayor incentivo profesional consiste en actuar con autonomía, por la satisfacción de decidir y actuar con criterio propio y no de otra persona («No lleves nunca trajes hechos a la medida de otro hombre», Pitágoras).
El libro
La revolución en el trabajo
Thomas W. Malone
Las organizaciones descentralizadas del siglo XXI, a diferencia de sus predecesoras, aprovecharán las ventajas de ser grandes y de ser pequeñas. Los individuos trabajarán con flexibilidad y [...]