Efrén Martín sobre ‘Reflections on Character and Leadership’
Efrén Martín
Gerente de FVMartín, profesor de Deusto Business School
Durante décadas, el liderazgo fue un fenómeno mal estudiado y peor comprendido; se desestimaba la teoría del “gran hombre” para centrar la atención en el estudio de la conducta directiva en situaciones concretas. No obstante, conviene no olvidarse totalmente de la personalidad en la comprensión de la capacidad de influencia de las personas, aunque las mediciones de aquella no sean aún certeras; si no la tuviéramos en cuenta, sería como tirar al niño junto con el agua sucia de la palangana en la que se le ha bañado.
Kets de Vries psicoanaliza el liderazgo con la terminología apreciada por los seguidores de Freud, a la que añade otros enfoques, como el de la inteligencia emocional. Defiende que razón y emoción son dos aspectos fundamentales del carácter y del liderazgo. Mientras que unos emprendedores estructuran, otros arrastran.
Desde otra perspectiva, se pueden añadir al asunto algunos matices. El carácter es la suma de todos los hábitos, lo que determina la reacción ante las situaciones y las relaciones con los demás.
Todas las personas tienen cuatro tipos de carácter, con diferente prevalencia, sin que por ello estén locas. Cada uno puede resultar favorable o desfavorable según se interprete su cualidad fundamental como virtud o como defecto:
- El dominante. Es activo y racional, ama el cambio y procura crear nuevas circunstancias. Puede ser tan constructivo como demoledor.
- El expresivo. Es activo y emocional. Dinamiza a los demás con pasión y elocuencia, pero puede ser disperso e inconstante.
- El analítico. Es pasivo y racional. Vela por conservar lo establecido y puede pecar de inflexible y oponer resistencia al cambio.
- El afable. Es pasivo y emocional. Es tolerante consigo mismo y con los demás, a veces hasta extremos inaceptables, por inseguridad.
Toda persona tiene potencial de influencia para transformar o trastornar a su prójimo. No es igual influir con el lado positivo del carácter y mostrarse resolutivo, entusiasta, riguroso y respetuoso que abrumar a los demás con crueldad, incoherencia, crítica y cobardía. Es demasiado frecuente el ejercicio tóxico del liderazgo.
Cada tipo de carácter facilita el desempeño del liderazgo, la comunicación y la motivación en las organizaciones a través de diferentes vías:
- Para el dominante, el estilo de liderazgo más cercano es el directo, con una comunicación asertiva y empleando penalizaciones. Sus peores reacciones serán agresivas.
- El expresivo es hábil en la negociación cara a cara, basada en el diálogo y el refuerzo, lo que en ocasiones puede convertirlo en embaucador y manipulador.
- El analítico está bien capacitado para delegar y conceder libertad de acción, con silencio y extinción. Refugiarse en una torre de marfil será su error.
- En el afable encaja como anillo al dedo la dirección consultiva, mediante la empatía y el refuerzo positivo. Si cede a su deseo de agradar, puede llegar a ser víctima de cierto chantaje emocional.
Dado que un líder afectivo ha de ser polivalente y flexible, resulta deseable que su carácter también lo sea, al menos durante el tiempo necesario para implantar una decisión. El problema es que el carácter resulta muy difícil de cambiar en la edad adulta, porque las reacciones se fraguan antes de la pubertad.
El libro
La personalidad y el liderazgo en las organizaciones
Manfred Kets de Vries
Si se analizan las organizaciones desde la perspectiva del psicoanálisis, el objeto fundamental de estudio es la persona, la personalidad y las influencias de unas y otras en el comportamiento y [...]