Jesús Cambra sobre ‘Guide to Organisation Design’
Jesús Cambra
Profesor del Departamento de Organización de Empresas y Márketing de la Universidad Pablo de Olavide
Oportunidad, negocio, rentabilidad, beneficio… Estas son algunas de las palabras más anheladas en el mundo empresarial y los motivos por los que surgen empresas, crecen y se expanden. Sin embargo, esas perspectivas tan halagüeñas que determinaron el origen de la empresa no siempre pueden alcanzarse y comenzamos a hablar de fracaso, de errores o de falta de previsión. Unas veces apostamos por reorientar la actividad de la organización y otras, en cambio, por finalizar la aventura empresarial. Pero ¿qué ha sucedido realmente? ¿Hemos fallado en la previsión o hemos fracasado en la organización de recursos y en la ejecución de los planes?
En todo momento debemos tener presente dónde estamos, adónde queremos ir y cómo podemos hacerlo. Es preciso realizar un buen diagnóstico de la situación del entorno, de la competencia; esforzarnos por conocer realmente a nuestros clientes (actuales y potenciales); y establecer unos planes realistas y alcanzables. Pero también resulta fundamental determinar la estrategia más adecuada para poder cumplir dichos objetivos.
No obstante, aún existe otro factor mucho más determinante y crítico que contribuye al éxito o fracaso de una organización: la estructura organizativa, su grado de adaptación al entorno y su grado de coordinación interno. Así entendido, el diseño organizativo sería una de las claves para comprender por qué unas empresas triunfan y otras fracasan.
El entorno empresarial es cada vez más dinámico y cambiante y la organización debe ser capaz de responder rápida y adecuadamente a todo ello. La capacidad de adaptación y de respuesta de la organización a los cambios acontecidos en su marco competitivo repercute en su posición presente y futura. Es preciso estar siempre alerta, recopilar información, distribuirla adecuadamente y responder satisfactoriamente.
El corto plazo, aun siendo relevante, no debe ser la obsesión. Pensar a largo plazo es la clave para garantizar beneficios presentes y futuros; es decir, la dimensión estratégica debería predominar sobre la dimensión operativa.
Para ello, todos y cada uno de los niveles jerárquicos (responsables y empleados) deben ser conscientes de cuáles son los objetivos de la empresa y qué se espera de cada uno de ellos. Por parte de la gerencia se necesita, quizá, cierto margen de paciencia, de flexibilidad y de comprensión. El trabajador debe sentirse identificado y valorado. Pero además debería existir confianza a todos los niveles y compromiso mutuo.
Una vez que tenemos clara esta filosofía, ¿cómo podemos implantarla en nuestra empresa? Podemos recurrir a modelos previamente validados que se hayan mostrado exitosos; sin embargo, es preciso tener en cuenta que estos modelos deben ser considerados como una referencia y nunca como una obsesión. Habrá que pensar en las características concretas de mi organización, en el sector, en el producto, en mis clientes… y, a partir de aquí, adaptarlo a mi situación y a mis intereses. Sí es cierto, sin embargo, que los modelos me sirven de guía y orientan mi actividad.
No obstante, todavía mucho más importante que estos modelos resulta tener clara la filosofía de trabajo, la forma de entender el negocio y de estructurar los recursos de la organización. Todo lo demás no es sino la extensión natural de lo anterior.
Los fundamentos del diseño organizativo y la necesidad de adaptarnos continuamente al entorno son las ideas sobre las que pivota este interesante libro de Naomi Standford. Las ideas que la autora desea transmitirnos pueden servirnos como guía de reflexión y, quizá, como ejercicio de autocrítica que nos ayude a mejorar el diseño de nuestra organización.
Jesús Cambra
Profesor del Departamento de Organización de Empresas y Márketing de la Universidad Pablo de Olavide
El libro
Una guía para diseñar organizaciones de éxito
Naomi Stanford
Casi todas las empresas, ya sean empresas establecidas o de reciente creación, fracasan. Este fracaso no es necesariamente total, pero es evidente en algunos aspectos: las empresas no controlan [...]