Joaquín Tena sobre ‘Empresas que caen’
Joaquín Tena
Profesor de Economía en la Universitat Pompeu Fabra. MBA por la Universidad de California
La sugerente pregunta que propone Jim Collins en How the Mighty Fall podría reformularse de la siguiente manera: ¿cómo evitar el declive de las empresas y garantizar su éxito indefinido?
Recogiendo algunas de las ideas de Collins y añadiendo otras propias, nos permitimos sintetizar una posible respuesta: innovar para crear valor, alimentando las conductas que lo hacen posible, indefinidamente.
Si utilizamos la analogía entre declive organizativo y entropía, podemos interpretar que las empresas poseen una tendencia natural al desorden y a la disfuncionalidad de los elementos que las componen. Esa tendencia natural se ve compensada por la dirección, que inyecta energía en forma de cambios, que responden a oportunidades y amenazas en el entorno, por medio de mejoras en los aspectos físicos y materiales, así como en los aspectos sociales, incluidas las prácticas directivas. Si las mejoras generadas mediante la innovación aglutinan adecuadamente los factores externos con las capacidades más destacadas de la empresa, el resultado es un proceso de creación de valor exitoso. En caso contrario, el declive se agudiza hasta poner en peligro la supervivencia de la empresa e incluso forzar, finalmente, su desaparición.
De este modo, el declive se puede combatir con innovación disciplinada, es decir, con prácticas innovadoras que no pierdan de vista el objetivo de la creación de valor y que constituyan a la vez un desafío al pasado. La eventual sustitución de las estructuras y las prácticas previas –y no sólo los avances técnicos– son prueba y, al mismo tiempo, requisito de la voluntad y la capacidad innovadoras de un equipo directivo.
En esa línea, la aplicación del concepto impreciso de creación de valor debe concretarse de manera amplia en aspectos económicos y no económicos, materiales y no materiales. También habría que asegurarse de que la organización crea valor y no lo destruye; por ejemplo, mediante el ejercicio de la honestidad y del control de los avances, de las conductas y de los resultados.
Para alentar las conductas que se dirigen a la innovación, sabemos que la empresa puede apoyarse en una cultura organizativa que reúna los adecuados valores y creencias en diseños flexibles con relaciones de poder que impidan o dificulten núcleos de bloqueo del cambio y en sistemas de incentivos que expliciten la voluntad de innovación de la dirección.
Collins se centra en explicar el declive de grandes corporaciones después de su ascenso, pero cabe preguntarse también sobre el fenómeno igualmente frecuente del estancamiento de empresas de menor tamaño, que quizá tenga un impacto económico mayor, o sobre el declive de empresas que no han alcanzado la dimensión de una corporación. Algunos aspectos de la propiedad y el control corporativo seguramente son diferentes en el caso de las pymes que en el espectro de las empresas cubierto por el libro de Collins. Igualmente, las explicaciones o recetas universales suscitan la duda de las diferencias que pueden darse en función del sector en el que se opere, la actividad, el tipo de entorno, el modelo de negocio dominante seguido por la empresa, etc.
Joaquín Tena
Profesor de Economía en la Universitat Pompeu Fabra. MBA por la Universidad de California
El libro
Las fases del declive y la recuperación del éxito
Jim Collins
¿La economía occidental está renovando su grandeza o se encuentra peligrosamente en una cúspide desde la que comenzar su caída? Hay gente que opina que Occidente permanece tan fuerte como [...]