Juan Carlos Vázquez-Dodero sobre ‘La propuesta de valor de recursos humanos’

Juan Carlos Vázquez-Dodero

Profesor del IESE Business School

Desde que Maquiavelo descubrió que el management es de naturaleza paradójicamente individualista, hasta hoy, en que nos preocupamos de la responsabilidad social interna corporativa como nueva frontera de la “dirección de personas” para evitar hablar de los humanos como recurso, hemos hecho un larguísimo recorrido. En algún sentido, lo mismo que el secretario florentino observaba en los gobernantes de su tiempo ha sido aplicable a las corporaciones del siglo XX y lo sigue siendo en los albores del tercer milenio: motivar a los hombres de confianza para que no cambien de bando, defender territorios o mercados, identificarse con una misión, decidir qué se delega y qué no…

Sin embargo, mientras Maquiavelo escribía en Italia El Príncipe, un eximio inglés, Tomás Moro, se preguntaba en Inglaterra por qué fracasan tantas buenas iniciativas y se respondía que era culpa de quienes dirigen y de su miopía sobre la naturaleza humana. Dos siglos y medio más tarde, Adam Smith proponía aquello de que, a pesar del egoísmo de los hombres de negocios (directivos), cierta mano invisible hacía que el esfuerzo de “la masa” trabajadora produjera una mayor riqueza social.

Antes de la Revolución Industrial no había necesidad de contratar administradores, salvo en el caso de aquellos terratenientes que abandonaban sus campos para vivir en la ciudad. Sin embargo, en el siglo XIX las grandes empresas empezaron a necesitar “gerentes”, si bien con una filosofía altamente burocrática muy al estilo inglés de la época. Sus teorizadores, Fayol y Taylor, concentraron sus esfuerzos en la racionalización de eficacia productiva y la “dirección científica”. Y así podríamos seguir hasta hoy mismo en buena parte de la concepción de lo que es el quehacer directivo, si bien cabe reconocer excepciones como la de Robert Owen, que en dicho siglo recomendaba “cuidar tanto a los trabajadores como a las máquinas”.

Hasta las primeras décadas del siglo XX no comienzan las conceptualizaciones de envergadura sobre “organización y personas”, y sólo allá por 1918 la Universidad de Manchester crea un Departamento de Administración Industrial. En 1938, Ch. Barnard formula la primera teoría sobre las funciones del directivo y, a partir de ahí, los Maslow, Drucker, Roethlisberguer, Dickson, Mary P. Follet, Deming y algunos más comienzan a plantearse el papel de la empresa en la sociedad y el de la dirección como interfase entre la sociedad y las personas individuales, así como su naturaleza y necesidades, según sus diferentes papeles.

En los años cincuenta y sesenta empieza la auténtica preocupación de los teóricos y prácticos que teorizan sobre las relaciones persona-empresa y persona-organización. Nombres escogidos como Argyris, March, Simon, McGregor, Herzberg o Cyert, con otros como De Bono, Hofsted, Mintzberg, el sempiterno (recientísimamente fallecido) Drucker, Zaleznic, Handy, Revans, Ansoff, Peter Waterman o Schumacher, ya sea desde la organización, desde la estrategia o desde los sistemas de dirección, adoptan posturas conductistas cuando tratan de personas, liderazgo, cultura, calidad, excelencia profesional, etc. La orientación a las necesidades de las personas como personas aflora en una literatura cada vez más preocupada al respecto.

En los últimos quince años, quizá el gran giro provenga de la incorporación explícita de la ética y los valores a la concepción integral de cualquier organización y su existencia en función de las personas. Pasamos, por tanto, de una visión empresarial puramente economicista y centrada en el valor para el accionista a otra en la que las necesidades no sólo materiales, sino también psicológicas y sociales de las personas, pasan a ser relevantes (aunque generalmente desde una perspectiva utilitarista), para ir integrándose en una concepción más global, humanista e integradora que, partiendo de su naturaleza no sólo material, sino también espiritual, las percibe como fin en sí mismas de las empresas y organizaciones en general.

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