Juan José Goñi Zabala sobre ‘Más allá del core business’

Juan José Goñi Zabala

Director de Innovación en Valor en Fatronik-Tecnalia.

No cabe duda de que, en situaciones de cambio acelerado, donde más competidores se agolpan para obtener el sí de los clientes, no hay otro camino para crecer que innovar. Nos referimos a acercar a los clientes y hacer que éstos perciban nuevas propuestas de valor que hagan singulares a ciertas empresas desde la óptica de los clientes. Esta singularidad, vista desde la posición del mercado, es la que hace crecer a las empresas; singularidad que no es otra cosa que innovación, en una continua progresión de crecimiento y diferenciación.

Con excesiva frecuencia se han aplicado políticas de diversificación en actividades no próximas al negocio principal, que han abusado de una simplificación excesiva a la hora de comprender los nuevos negocios. Asimismo, una gran mayoría de las organizaciones se va quedando “dormida” en sus mercados y en sus capacidades, y ve cómo otras le van arrebatando clientes y oportunidades de negocio, que algún día ya pasado formaron parte de sus intenciones, pero que no dieron ningún fruto por falta de audacia.

Entre estas dos posiciones hay otras empresas que saben buscar el punto de equilibrio y que poseen esta capacidad de aunar racionalidad y atrevimiento para asegurar un crecimiento sostenido. Éste es un equilibrio que debe ser sostenido y continuo, y que debe garantizar en el tiempo la decisión adecuada ante riesgos, oportunidades y comportamientos que se aprecian en el mercado. Este equilibrio se ha de producir entre los cuatro ejes que, manejados sabiamente, posibilitan la innovación generando crecimiento y resultados:

  • El mercado, entendido como un espacio donde resolver problemas. La innovación y el crecimiento se basan en saber resolver mejor que otros los problemas inherentes a un mercado de empresas y consumidores.
  • La capacidad para hacer eficiente y eficazmente lo que el cliente espera de nuestra propuesta de valor. La organización, como agente activo en el despliegue de los procesos, debe movilizarse para que la innovación y el crecimiento se asienten, sobre todo con la incorporación de las tecnologías de la información.
  • El conocimiento para crear y decidir sobre lo nuevo. A la capacidad organizativa hay que añadir la capacidad de las personas, que, en forma de conocimiento, competencias relacionales y vinculación con un espacio de innovación constante, dan pie a la actuación adecuada para el cambio y el crecimiento.
  • Por ultimo, la audacia para atreverse a asumir riesgos y manejarlos con un grado de normalidad para que su gestión no nos lleve ni a la inmovilidad durmiente, ni a la precipitación imprudente. El atrevimiento que se basa en el conocimiento de los clientes, de las tecnologías emergentes, del valor del servicio percibido por los clientes y de la disponibilidad de información fiable sobre dichos contenidos no es imprudencia.

Para crear innovando no hay recetas ni propuestas únicas para las organizaciones. Se trata sobre todo de cultivar y cosechar los resultados de unas capacidades personales y organizativas que hay que fomentar y, sobre todo, mantener vivas a lo largo del tiempo. De hacerlo bien dependen el progreso del negocio y la posibilidad de entrar en un círculo positivo de obtención de resultados económicos y de un continuo atractivo profesional para quienes han de hacer realidad el crecimiento.

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