Juanma Romero sobre ‘¿Tienes una startup?’

Juanma Romero

Director de Emprende en Canal 24 Horas

Personalmente procuro no llamar startup a las startups. Me gusta más la expresión empresa emergente. Al fin y al cabo, el castellano es un idioma muy rico. Siempre que hablo de estos temas me gusta recordar que hay miles de empresas de este tipo en España, millones en todo el mundo, y que no todas funcionan.

Cuando el emprendedor monta su empresa, puede estar pensando en dos cosas: ganar dinero o crear algo; incluso puede que piense en las dos cosas a la vez. Si gana dinero y la empresa es un éxito, tiene dos posibilidades: venderla y hacer caja o hacerla crecer. A partir de aquí, la startup se convierte en una gran empresa que nada tiene que ver con los tiempos en los que fue fundada. No voy a hablar de Facebook, Twitter o LinkedIn, por ejemplo, sino de aquellas otras muchas que no han tenido tanto éxito, pero a las que no les va mal.

La verdad es que algunas de estas empresas funcionan por pura casualidad porque sus fundadores no son buenos gestores y no saben rentabilizar todo el esfuerzo. El emprendedor normalmente no está preparado para hacerlo todo, se ciega con el éxito en un primer momento y no se da cuenta de que hay que pensar en el mañana. Estoy harto de ver emprendedores que tienen una excelente idea, la ponen en marcha y logran su primera financiación. En lugar de tener cuidado con lo que gastan, optan por montar una oficina de lujo, comprar coches de alta gama y gastar ingentes cantidades en márketing y publicidad. Todo eso está muy bien cuando sobra el dinero, pero no cuando vamos apurados.

Yo prefiero aquellos otros que ahorran, alquilan un local pequeño o trabajan en casa y, en lugar de comprar un cochazo, compran una furgoneta de tercera mano para hacer el reparto. Esos son los que van a triunfar, porque seguramente dispondrán de efectivo para hacer frente a los gastos mensuales. Los otros, en el momento en el que se hayan gastado las reservas, si no generan más ingresos, algo muy habitual en los primeros meses o años de vida de una empresa, se arruinarán. Tendrán que cerrar, se cargarán de deudas y cargarán también a sus familiares. Todo por no tener cabeza. Eso no es una startup, sino más bien una aventura inconsciente e insensata hacia la ruina profesional y personal.

Afortunadamente, hay otros con cabeza que gestionan bien su empresa, que saben que no pueden llegar a todo y cuentan con expertos en diferentes materias. Estos últimos se dedican a lo que se tienen que dedicar: hacer crecer la empresa y crear empleo; porque, cada vez que una startup crea un empleo, nos encontramos con un padre o una madre que tiene dinero para meter un litro de leche en la nevera para sus hijos o con un joven que tiene para pagar el alquiler de su casa o la hipoteca. Eso es una startup; lo otro, no.

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