La importancia de las habilidades “blandas”

Juan Carlos Pastor

Ph. D. y profesor de Liderazgo en IE Business School.

En una reunión de trabajo, la intervención de un empleado genera un silencio incómodo y alguien reacciona ofendido ante un comentario aparentemente inocuo y la sorpresa del interviniente. Esta situación revela la importancia de las habilidades blandas para el éxito en las relaciones interpersonales y el desarrollo profesional. Las habilidades blandas son habilidades no técnicas, pero muy relacionadas con el rendimiento en el trabajo como son la comunicación, la escucha activa, el liderazgo, el trabajo en equipo o la inteligencia emocional.  Las habilidades técnicas siguen siendo fundamentales para el éxito profesional, pero las organizaciones están cada vez más preocupadas por la falta de habilidades blandas de sus empleados. El 80 % de los líderes empresariales creen que las habilidades blandas van a jugar un papel decisivo en sus estrategias empresariales y, sin embargo, el 51 % creen que el sistema educativo hace poco o nada para reducir este desfase.

Este aumento en la necesidad de habilidades blandas es consecuencia de los cambios vividos estos últimos años. A medida que las empresas se hacen más agiles y competitivas suprimen niveles jerárquicos, desarrollan estructuras horizontales, eliminan burocracia y promocionan el trabajo en equipo para incrementar la rapidez en la toma de decisiones y reducir costes. La ausencia de controles externos carga sobre los empleados la responsabilidad de gestionar sus competencias, su trabajo y su carrera profesional. Las habilidades blandas son ahora el factor determinante del rendimiento personal y éxito organizacional.

Se suele decir que no hay nada más peligroso que un necio motivado, pero no hay nada más triste que un competente inaguantable. La falta de habilidades blandas hace que se pierda el talento de muchos empleados competentes. Un estudio reciente muestra que el 46 % de los nuevos empleados deja la empresa durante los primeros 18 meses, debido principalmente a la falta de habilidades blandas. Las organizaciones que sepan incrementar el talento blando de sus equipos podrán sacar mejor partido de sus competencias duras. Para ello deben tener en cuenta un reto fundamental.

Las habilidades blandas reciben este nombre no porque sean maleables y fáciles de cambiar, sino porque son difíciles de ver y medir. Es fácil evaluar la competencia en habilidades duras como la contabilidad y la programación, pero es más complicado medir las habilidades de liderazgo o trabajo en equipo. Mucha gente tiene una idea intuitiva de lo que son y podrían dar nombres de conocidos con excelentes habilidades blandas, pero les resulta difícil explicarlas y dar una definición aceptable.

La capacidad analítica para evaluar y desarrollar estas habilidades requiere aprender a observar las conductas asociadas a cada habilidad. Sin embargo, estas habilidades se desarrollan de forma inconsciente a lo largo de nuestra vida; primero en nuestra niñez dentro del seno familiar, en la adolescencia con nuestros amigos y, más adelante, en la escuela y el trabajo. Nos convertimos en inconscientes competentes o incompetentes sin prestar mucha atención. Hace falta un esfuerzo y formación reglada para aprender a entender lo que nos hace competentes y convertirnos en personas conscientemente competentes.

Sin embargo, la crisis económica y la pandemia del COVID-19 han reducido drásticamente la formación y desarrollo en las empresas, justo cuando más se necesita.  El libro de Emma-Sue Prince, Las 7 habilidades para el futuro, es un ejemplo imprescindible de la importancia de estas habilidades a la hora de gestionar y adaptarnos a un entorno cambiante y una guía fundamental para florecer en el trabajo y más allá.

El libro

Escribe y pulsa intro para buscar