Descripción
A menudo se nos dice que, cuanto más complejo y competitivo es el mundo, más debemos especializarnos –y cuanto antes mejor– para enfrentarnos a él. Nuestros iconos más preciados son encumbrados aún más por su precocidad: Mozart, en la música, o Mark Zuckerberg, en las redes. Así, la respuesta al aumento del conocimiento humano y a nuestro mundo interconectado ha sido exaltar la necesidad de centrarnos en especialidades cada vez más concretas. Los oncólogos ya no se especializan en el cáncer, sino en el cáncer de un determinado órgano, y así sucede en una buena parte de las áreas de conocimiento.
Claves
- Hiperespecialización versus pensamiento amplio.
- Entornos de aprendizaje “buenos” y “malos”.
- Pensamiento “de fuera hacia dentro”.
A menudo se nos dice que, cuanto más complejo y competitivo es el mundo, más debemos especializarnos –y cuanto antes mejor– para enfrentarnos a él. Nuestros iconos más preciados son encumbrados aún más por su precocidad: Mozart, en la música, o Mark Zuckerberg, en las redes. Así, la respuesta al aumento del conocimiento humano y a nuestro mundo interconectado ha sido exaltar la necesidad de centrarnos en especialidades cada vez más concretas. Los oncólogos ya no se especializan en el cáncer, sino en el cáncer de un determinado órgano, y así sucede en una buena parte de las áreas de conocimiento.
Sin embargo, el análisis del proceso seguido por personas brillantes en diversos campos muestra cómo a menudo su aprendizaje ha transcurrido por diversas disciplinas y experiencias, en ocasiones, muy distantes entre sí. De hecho, numerosos estudios demuestran que los expertos más cualificados pueden tener tal estrechez de miras que, cuanta más experiencia tienen, peores resultados obtienen, a pesar de que se muestran más confiados, lo que es una combinación peligrosa.
El desafío que todos nos planteamos es cómo mantener los beneficios de la amplitud de miras, de las diversas experiencias, del pensamiento interdisciplinar y de la concentración tardía en un mundo que incentiva e incluso demanda la hiperespecialización. Aunque es cierto que hay áreas que requieren individuos con precocidad y claridad de propósito, a medida que crece la complejidad y la tecnología interconecta sistemas en los que cada individuo ve solo su pequeña parte, necesitamos gente que tenga una amplia experiencia en distintos ámbitos y diferentes perspectivas mientras va progresando: gente con amplitud.
Dos ejemplos de estas trayectorias diversas son Tiger Woods, quien desde muy temprana edad mostró una precocidad y una vocación clara por el golf cogiendo con maestría sus primeros palos, y Roger Federer, quien, por el contrario, probó numerosos deportes antes de decantarse por el tenis.
Tribuna
Amber Wigmore Álvarez
PhD, Chief Innovation Officer, Highered EFMD Shared Career Services.
Autores
David Epstein
Científico, periodista y escritor. Trabaja para revistas como ‘Sports Illustrated’ y es autor de ‘El gen deportivo’, uno de los grandes éxitos de ‘The New York Times’.