Descripción
Prosperar en el trabajo y realizarse como persona y como directivo depende en gran parte de respetar el reloj biológico de cada uno. El cerebro funciona de forma variable a lo largo del día, alternando las horas de mayor lucidez mental con lapsos de distracción, falta de análisis y rapidez cognitiva para descansar de la información acumulada durante las horas previas.
Claves
- Cómo procesa el cerebro la información.
- El manejo de los “tempos” en las organizaciones.
- Estrategias para asegurar el futuro de los nuevos proyectos.
Prosperar en el trabajo y realizarse como persona y como directivo depende en gran parte de respetar el reloj biológico de cada uno. El cerebro funciona de forma variable a lo largo del día, alternando las horas de mayor lucidez mental con lapsos de distracción, falta de análisis y rapidez cognitiva para descansar de la información acumulada durante las horas previas.
Generalmente, la mente está más activa durante las primeras horas del día, cuando el cuerpo está descansado y empieza a entrar en calor, pero la genética y la edad tienen su palabra en este proceso. Todas las personas nacen madrugadoras. De niños se levantan pronto y acaban agotados al finalizar la tarde. De adolescentes, al contrario que los padres, se duermen muy tarde y su mente no funciona bien por las mañanas. El cerebro ajusta el ritmo biológico del cuerpo en función de distintos estímulos exteriores, como el horario de los autobuses, pero la lucidez de la mente no es un aspecto que se pueda ajustar. Es una cualidad personal genética.
Las empresas cuentan con tres tipos de personas (alondras, colibríes y búhos) trabajando en el mismo horario de oficina y desconocen cómo sacar el máximo rendimiento de sus empleados. Alguien cuyo cerebro funcione mejor por la mañana no debería perder el tiempo en responder correos electrónicos en esa franja horaria, sino realizar la labor más difícil aprovechando los momentos de mayor lucidez mental.
No obstante, esto tiene aún mayores implicaciones. Elegir los “tempos” en las organizaciones puede asegurar o poner en peligro el éxito de algunas acciones, como, por ejemplo, la comunicación interna y externa. En este sentido, algo tan sencillo como el lenguaje puede influir de manera significativa, con un efecto dominó que puede crear o destruir imperios si el momento elegido para transmitir un mensaje responde al de mayor cansancio mental. En la gestión de equipos o el emprendimiento de nuevos proyectos, el manejo del tiempo puede tener también consecuencias definitivas.
Hay que saber gestionar correctamente la empresa en cada momento, una cuestión que requiere aprender a manejar los hilos más primarios de los seres humanos: sus cerebros.
Tribuna
Esther Somoza
Fundadora y directora de DelSoM, así como profesora de desarrollo de habilidades para el liderazgo de personas y equipos en EADA y en la Universidad Ramón Llull.
Autores
Daniel H. Pink
Licenciado en Derecho por la Universidad de Yale, es uno de los pensadores contemporáneos más provocativos, reputados y leídos. Trabajó durante tres años en la Casa Blanca como redactor jefe de [...]