Descripción
El desafío que supone aprender a descansar mejor no lo asumimos para evitar el trabajo, sino para conseguir que ambas cosas encajen mejor. Lo que produce más resultados no es el esfuerzo constante, sino una forma de concentración constante, paciente y sosegada. Dedicarnos únicamente al trabajo y descuidar el descanso puede hacernos más productivos a corto plazo, pero nuestro ritmo de trabajo no será sostenible en el tiempo.
Claves
- La importancia del descanso deliberado.
- Los sorprendentes resultados de los juegos profundos.
- Diez pautas para hacer del descanso una herramienta.
A muchos de nosotros nos interesa aprender a trabajar mejor, pero no pensamos mucho en mejorar nuestro descanso. Los libros de productividad nos ofrecen trucos y técnicas para hacer más, pero, cuando mencionan el descanso, tienden a tratarlo como una mera necesidad física o como un inconveniente. Por otro lado, los libros y artículos sobre el descanso o el tiempo libre parecen interesados principalmente en eludir el trabajo más que en desarrollar nuestras capacidades.
Hace un siglo, la vida era más sencilla, había menos distracciones, las economías eran más benévolas y se respetaba más el tiempo libre. En nuestros días, las demandas enfrentadas del trabajo y el hogar, los amigos y los hijos nos dejan sin tiempo para nosotros. Las tecnologías que prometían flexibilizar nuestro trabajo en realidad también nos encadenan a él y crean la expectativa de que estaremos siempre disponibles para nuestros clientes, amigos e hijos. Asimismo, el tipo de trabajo que realizamos condiciona nuestras vidas: el lugar en el que vivimos, el momento en el que somos padres, el hecho de tener mascota o un círculo más o menos amplio de amigos. En un mundo 24×7, que no se detiene por nada, el concepto de desconectar es un anacronismo. Por ello, vemos el trabajo y el descanso como elementos binarios: concebimos el descanso como la mera ausencia de trabajo, no como algo que tiene su propia consistencia y cualidades, por lo que tendemos a evitarlo y a tomárnoslo menos en serio.
Por último, tenemos la creencia de que las personas consideradas héroes o que ganan más dinero son también más proclives a considerarse adictas al trabajo. Parece que el hecho de trabajar largas jornadas es una prueba de nuestra seriedad. En cambio, tales jornadas no nos hacen necesariamente más productivos, sino solo parecer que lo somos. Por ello, el tiempo invertido no es un buen indicador para dilucidar quién es bueno y quién no.
El desafío que supone aprender a descansar mejor no lo asumimos para evitar el trabajo, sino para conseguir que ambas cosas encajen mejor. Lo que produce más resultados no es el esfuerzo constante, sino una forma de concentración constante, paciente y sosegada. Dedicarnos únicamente al trabajo y descuidar el descanso puede hacernos más productivos a corto plazo, pero nuestro ritmo de trabajo no será sostenible en el tiempo.
Tribuna
Pablo Martínez Arroyo
Socio fundador del Instituto Español de Psiconeuroinmunología (IEP) y exjugador profesional de baloncesto en la ACB