Descripción
La mayor parte de las organizaciones equiparan el potencial de liderazgo con determinados rasgos de personalidad destructivos, como el narcisismo y el exceso de confianza. Estas características pueden ayudar a que alguien sea seleccionado o elegido para un papel de líder, cuando en realidad su capacidad para dirigir equipos o proyectos es más que cuestionable. Se trata de una situación común tanto en el entorno de las organizaciones como en el de la política.
Claves
- Los comportamientos tóxicos disfrazados de talento
- La subrepresentación de la mujer en puestos de liderazgo
- Las cualidades de un buen líder
La mayor parte de las organizaciones equiparan el potencial de liderazgo con determinados rasgos de personalidad destructivos, como el narcisismo y el exceso de confianza. Estas características pueden ayudar a que alguien sea seleccionado o elegido para un papel de líder, cuando en realidad su capacidad para dirigir equipos o proyectos es más que cuestionable. Se trata de una situación común tanto en el entorno de las organizaciones como en el de la política.
Las personas que llegan a puestos de poder en las organizaciones han de superar primero barreras como las entrevistas de trabajo en las que se analizan sus capacidades y talentos para ponerse al timón. Es aquí donde comportamientos como el egocentrismo y las muestras excesivas de seguridad por parte del candidato pueden inducir a error sobre su capacidad de liderazgo para guiar a los equipos y la empresa.
En este proceso, la mayoría de los candidatos que son excluidos son mujeres, a pesar de que, como muestran numerosos estudios, los hombres tienen peores resultados como directivos en comparación con las líderes femeninas. Existen demasiadas ideas irreales que apuntan a las mujeres como incapaces de conocer los entresijos de un mundo que muchos consideran masculino. Son subestimadas, tildadas de inseguras, empáticas y poco carismáticas, y su presencia en puestos de liderazgo es falsamente atribuida a una cuestión de igualdad impuesta.
Sin embargo, desconocer qué secretos ocultan comportamientos habitualmente masculinos como la vanidad, la prepotencia, los delirios de talento, la escasez de límites morales, la falta de empatía y el anhelo de poder, es la principal razón de las mayores pérdidas económicas y de productividad que se están produciendo en entidades de todo el mundo. Se trata de perfiles que un empleador entrenado puede identificar, evitando quedar embrujado por el carisma de los candidatos y fiándose poco o nada de su intuición.
De hecho, la mayoría de las empresas con problemas sufren de un mal liderazgo al permitir la existencia de comportamientos tóxicos por parte de sus líderes y dejándoles seguir su estilo sin cortapisas y sin pruebas reales de competencia.
Los buenos líderes a largo plazo, no deberían elegirse en función de su género, sino por aspectos como la honradez, el respeto a las normas de la organización y su capacidad de inspirar a los demás.
Tribuna
Autores
Tomás Chamorro-Premuzic
Jefe científico de talento de Manpower Group, profesor de psicología empresarial del University College de Londres y de la Universidad de Columbia y miembro del Laboratorio de Finanzas para [...]