Luisa Alemany sobre ‘The Innovation Wave’

Luisa Alemany

Directora del Instituto de Iniciativa Emprendedora en ESADE. MBA por la Stanford Graduate School of Business

Las empresas han luchado históricamente por seguir siendo competitivas. Esta lucha se ha centrado en mejoras que, en la mayoría de los casos, representaban un ahorro en los costes de la empresa. El ahorro podía ser mayor o menor, pero normalmente no representaba un cambio significativo en la forma de hacer de la empresa. Si se necesitaba crecer, la expansión internacional, generalmente acompañada de una adquisición en el país elegido, era la vía más común.

Sin embargo, ¿qué hacemos cuando hemos ahorrado hasta el último céntimo de euro? ¿Qué mejoramos cuando hemos subcontratado todas las actividades que no eran clave o no representaban una ventaja competitiva para la empresa? ¿Qué empresas compramos cuando la competencia es brutal y, además, recordamos las dificultades de integración posteriores? La clave está en la innovación interna y continua.

¿Qué es innovar? Es ser capaces de reinventar los objetivos de la empresa apoyándonos en los retos y oportunidades del mercado en el que nos movemos. Es identificar y adelantarse a la nueva ola. Es ser los mejores cubriendo las necesidades de cada cliente. Es atreverse a traspasar las fronteras invisibles que nos marcan la cultura y las competencias tradicionales de la empresa.

La innovación surge en cada una de las personas que trabajan en una empresa; sin embargo, únicamente en el ambiente adecuado será capaz de florecer y expandirse a toda la empresa: de producción a logística, de márketing a postventa… No es suficiente decir “somos una empresa innovadora”. Es necesario planificar y organizar el proceso innovador, con un fuerte apoyo desde arriba, recompensando a los innovadores y comunicando que el fracaso de una iniciativa es parte del proceso, como lo es tirar la hoja de papel si la fotocopia no ha salido bien.

Bettina von Stamm propone partir de la estrategia y la planificación, algo que en principio puede parecer opuesto a innovar, para dirigirnos hacia la innovación. Empresas como 3M, Intel o Microsoft han nacido y crecido con esta cultura de la innovación, y, aunque son excelentes ejemplos de adónde se quiere llegar, no nos dan las claves de cómo hay que hacerlo.

Von Stamm presenta cuatro pasos que, basados en un estudio llevado a cabo en la London Business School, facilitan la creación de un ambiente innovador. Primero es necesario cambiar la mentalidad. El ahorro de costes es importante, pero hay que dar rienda suelta a la creatividad, a la diversidad, al cambio; es necesario replantearse todo. El segundo paso va encaminado a dirigir la creatividad, dotándola de libertad, pero, al mismo tiempo, comunicando de forma clara los objetivos estratégicos a medio y largo plazo.

Ejecución y liderazgo son los dos pasos finales hacia la innovación. Creatividad y cambio no significan descontrol. Es necesario sistematizar el proceso de propuestas creativas para que todos puedan participar y ninguna idea se quede fuera. No se puede decir “esperamos vuestras ideas” y después no dar respuesta a estas propuestas.

¿Qué habría hecho usted si, como directivo de una empresa de pegamentos, uno de sus ingenieros hubiera venido a contarle que había descubierto un pegamento que se despegaba? En 3M supieron sacarle partido y, gracias a ello, cada día usamos los papelitos amarillos de Post-it para dejarnos mensajes.

Luisa Alemany

Directora del Instituto de Iniciativa Emprendedora en ESADE. MBA por la Stanford Graduate School of Business

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