Nacho Somalo sobre ‘Small Business, Big Vision’
Nacho Somalo
Fundador y director de Lonesome Digital, coordinador y profesor de Google Actívate y profesor de IE Business School.
Según el creador del método Lean Startup, Eric Ries, una start-up es una organización humana diseñada para crear un nuevo producto o servicio en condiciones de incertidumbre extrema. Para su maestro, inspirador de toda esta filosofía moderna de creación de empresas, Steve Blank, una start-up es una organización temporal en busca de un modelo de negocio escalable y repetible.
Si atendemos a estas definiciones, sin duda encontramos todas las características importantes de una start-up: organización humana, innovación, búsqueda de un modelo de negocio y, sobre todo, incertidumbre extrema. Es, por tanto, algo diferente de un negocio pequeño porque todavía no ha podido probar su modelo de negocio.
Por definición, los emprendedores no saben a qué se van a enfrentar. De hecho, no tienen constancia de que su idea pueda llegar a convertirse finalmente en un proyecto empresarial viable y escalable, con capacidad de crecer y generar beneficios estables. Parte del proceso será, sin duda, superar sinsabores, decepciones, fracasos y muchos malos augurios. Las mejores ideas no son las que todo el mundo reconoce como tal, sino precisamente las que pocos, considerados locos por el resto, son capaces de imaginar y ejecutar. Quien tenga una buena idea recibirá multitud de comentarios del estilo de “Eso es imposible”.
El emprendedor tiene que estar hecho de una pasta especial para superar con flexibilidad y constancia a prueba de bomba todas las dificultades y contratiempos, que se multiplicarán en su camino.
Si volvemos a la definición de start-up, encontramos que la principal misión de estas organizaciones no es explotar un negocio, ya que este de momento no existe. Su objetivo es encontrarlo y averiguar si existe un modelo de negocio, es decir, un producto o servicio por el que alguien esté dispuesto a pagar lo suficiente para cubrir todos los gastos que genera y dejar beneficios. A pesar de tener buenas ideas, la mayoría de los emprendedores no aciertan a la primera en el modelo que permite dar el salto de start-up a empresa. Precisamente el objetivo de este período de lanzamiento es encontrar la fórmula que sí es negocio.
Para lograr este reto, el emprendedor debe arriesgar y, de modo inevitable como parte del camino, equivocarse. Encontrar un modelo de negocio requiere un trabajo parecido al de un laboratorio: lanzar hipótesis, hacer pruebas, medir los resultados y sacar conclusiones. Este es un proceso iterativo, en el cual el mayor activo se obtiene del propio aprendizaje, porque, una vez que hemos encontrado el modelo de negocio, el resto del camino es más fácil. Solo necesitamos hacerlo crecer y escalarlo hasta su máxima dimensión posible.
La equivocación, el error y el intento fallido deben estar incluidos en el plan del emprendedor, cuya determinación y visión debe permitir que, tras cada tropezón, el equipo se rehaga y vuelva a intentarlo. En este contexto, ¿cómo podemos equivocarnos sin morir en el intento? La clave está en equivocarse pronto y quemar en cada intento la menor cantidad de recursos posible (dinero, tiempo y energía). Determinar cuándo un modelo debe considerarse “en vía muerta” y, por tanto, el proyecto debe pivotar es uno de los puntos más complicados de lograr, pero en ello reside buena parte del éxito o fracaso final.
Nacho Somalo
Fundador y director de Lonesome Digital, coordinador y profesor de Google Actívate y profesor de IE Business School.
El libro
Lecciones de emprendedores hechos a sí mismos
Adam Toren y Matthew Toren
¿Qué es lo que más necesitan saber las personas que quieren crear o hacer crecer un negocio? En general, dos cosas: por una parte, los aspectos prácticos, saber qué hacer y cómo hacerlo, y, por [...]