Nunca pensaste que fuese tan fácil
David Mayolas
Director general de Geberit Iberia
Durante las últimas semanas he podido disfrutar de un hito en lo que podríamos llamar “documental deportivo”. Me estoy refiriendo a The Last Dance, un reportaje en diez capítulos sobre el último año del exitoso equipo de baloncesto de los Chicago Bulls, el mítico equipo de Michael Jordan, Scottie Pippen, Dennis Rodman y otros, entrenado por el no menos mítico Phil Jackson.
Estamos hablando de un equipo que, con más o menos los mismos jugadores, ganó seis campeonatos de la NBA entre 1991 y 1998: tres campeonatos consecutivos entre 1991 y 1993 y tres más entre 1996 y 1998. Casi nada. Está clarísimo que era un equipo campeón, de los mejores del mundo en la historia del baloncesto. Y, después de ver con pasión el documental, me pregunté: “¿Era un equipo positivo?”. Y, sinceramente, creo que no. Era un equipo ganador, competitivo, luchador, con un gran líder en el campo y otro en la banda, pero era un equipo en el que no valía nada más que ganar, no solo en la competición, sino incluso en los entrenamientos, y en el que la derrota sembraba grandes tensiones entre sus miembros y en ellos mismos, especialmente por la acción de Michael Jordan, un ganador y competidor obsesivo.
Antes de establecer los objetivos de un equipo, hemos de fijar su ‘estilo’
Cuando pensamos en nuestros propios equipos, seamos líderes o miembros, casi siempre deseamos competir y ganar, como los Bulls, ya que nadie plantea como objetivo de un equipo el no ganar o la derrota continuada. Eso es comprensible y lógico, pero a mi entender olvidamos algo importante. Antes de establecer los objetivos de un equipo, hemos de fijar su “estilo”. Y es ahí donde debemos sentar las bases de funcionamiento correctas para que nuestro equipo esté formulado en positivo, siendo esa formulación la base para el futuro éxito del equipo. No estoy abogando por equipos positivos, pero perdedores, sino que defiendo que un equipo creado en la positividad de la relación entre sus miembros, así como entre estos y sus responsables, es la base del éxito para cualquier equipo que quiera alcanzar sus objetivos, sin que ello conlleve el sufrimiento y el martirio de sus componentes entre sí (o bien por parte de su responsable), en pos de la consecución del éxito a toda costa.
Nada motiva más al éxito de un equipo que la seguridad de estar rodeado y liderado por personas que se consideran entre sí como eso, personas sin más. Si esa es la consideración que los miembros de un equipo tienen entre ellos, su trato se basará en el respeto, el apoyo, la comprensión, la compasión, la ayuda, el reconocimiento y muchos otros valores básicos en las relaciones humanas. Estos factores ayudarán a que ese equipo pueda alcanzar aquellos otros valores que son básicos para aspirar al éxito y la consecución, como son el trabajo, el esfuerzo, la eficacia, la eficiencia, la excelencia…
Un equipo creado en la positividad de la relación entre sus miembros es la base del éxito para alcanzar los objetivos establecidos
Somos seres humanos, no máquinas. Somos seres humanos, no los cuasi superhombres que The Last Dance nos retrata. Demasiadas veces la vida laboral y la académica se basan en modelos erróneos, inspirados en equipos míticos del deporte de alta competición, personajes ficticios del cine o bien personajes reales pero únicos en la historia. El común de los seres humanos somos, de entrada, mucho menos que esos referentes casi míticos, pero también podemos ser excelentes como ellos si la base de relación en la que desarrollamos nuestra actividad como equipo se basa en el positivismo y en la consideración de sus componentes como seres humanos. Los miembros de un equipo positivo responderán con lo mejor de sí mismos a un entorno también positivo y motivador, a la par que exigente, basado en el desarrollo personal y grupal del equipo y sus componentes, no solo en la obtención, a toda costa, de los objetivos fijados. Si tuviéramos en cuenta más veces todo esto a la hora de crear equipos, podríamos obtener mejores resultados y todos seríamos más felices a la hora de trabajar en equipo.
El libro
Prácticas y principios probados para formar un equipo ganador
Jon Gordon
Cada día, las empresas tienen que enfrentarse a su peor enemigo para triunfar en un mundo competitivo, capaz y repleto de talentos que elevan la competencia a lo más alto. Muchas identifican al [...]