Pilar Rojo sobre ‘Working with Emotional Intelligence’

Pilar Rojo

Profesora del IE Business School

La expresión inteligencia emocional definida como “capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos, los de los demás, motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones que sostenemos con los demás y con nosotros mismos” se ha acercado a las personas de una manera sencilla e intuitiva gracias al best-seller mundial Emotional Intelligence de Daniel Goleman.

Después de ese gran éxito, Goleman ha profundizado en el tema aproximándolo más a su impacto en el éxito de las empresas y ha plasmado sus trabajos e investigaciones en Working with Emotional Intelligence.

Su objetivo es ayudar a cambiar, incitar a personas y organizaciones para que hagan una aproximación más eficaz a lo que las empresas van a necesitar en el próximo siglo.

El concepto de “inteligencia emocional” engloba habilidades muy distintas, aunque complementarias a las puramente cognitivas. El modelo de Goleman incluye las siguientes cinco habilidades emocionales y sociales básicas: conciencia de uno mismo, autorregulación, motivación, empatía y sociabilidad. En esta obra, Goleman describe cómo influyen estas habilidades en el mundo laboral de hoy en el que los paradigmas son la necesidad de aprendizaje permanente, las redes y no las jerarquías, el cambio y no la estabilidad, y el trabajo en equipo frente al individual.

Actualmente, el modelo de gestión por competencias también es moneda de cambio corriente. Dentro de las competencias, las que están ligadas a la inteligencia emocional determinan un comportamiento excelente y es por ello por lo que las personas que las tienen más desarrolladas son objetivo de selección, desarrollo profesional, retención y motivación por parte de los altos ejecutivos, pues aportan valor añadido a sus empresas.

Hoy en día hay más incertidumbre y menos tiempo de reacción. La competitividad se ha incrementado, las barreras de entrada han bajado y el poder está en manos de los clientes. Por otro lado, hay una sobrecapacidad de producción y las soluciones duran poco por los ciclos de innovación. No puede haber autocomplacencia.

En este escenario, las dimensiones ligadas a la inteligencia emocional como la capacidad de asumir la visión y los objetivos de la organización para motivar a las personas y aprovechar las nuevas oportunidades son la clave del éxito.

Cuando queremos determinar las competencias clave de una empresa, tenemos que analizar aquéllas que tienen las personas con una actuación excelente. Las personas con comportamiento excelente tienen la capacidad de desarrollar a los demás, aprovechar su diversidad y manejar su talento. Ésa es una parte muy importante del rol de los líderes hoy en día.

El líder es el agente de cambio y debe tener la habilidad de tolerar el riesgo y la ambigüedad. Por otro lado, para movilizar a los demás es necesario ser competente en la influencia y la comunicación eficaz, tanto verbal como no verbal. Las personas influyentes son persuasivas, exponen eficazmente sus opiniones orquestando adecuadamente los hechos y utilizan estrategias alternativas que les permiten obtener el consenso y el apoyo de los demás, a los que escuchan y con los que comparten la información de la que disponen.

Los objetivos organizacionales casi nunca se consiguen hoy de manera individual, el trabajo en equipo apoya la excelencia. El saber establecer vínculos, colaborar, cooperar y tener capacidades de equipo creando sinergias que contribuyan al logro de objetivos grupales son señales inequívocas de excelencia.

Los buenos líderes incrementan el trabajo en equipo, saben trabajar con personas que tienen emociones diferentes y con agendas encontradas, pero consiguen alianzas.

Es evidente que las competencias ligadas a la inteligencia emocional deben desarrollarse para alcanzar cotas más altas de excelencia en el comportamiento.

La inteligencia emocional y las competencias a ella ligadas se pueden desarrollar. No es fácil. Se tarda tiempo y se necesita práctica y feedback. No basta sólo con conocer en qué consiste una dimensión de la inteligencia emocional para ponerla en práctica, hay que romper hábitos de comportamiento y adquirir otros. Se requiere un acercamiento individual, grandes dosis de motivación y un deseo sincero de cambiar. La perseverancia es esencial, pero los beneficios tanto para el individuo como para la organización merecen la pena.

Goleman con esta obra así nos lo trasmite.

El libro

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