Salva López sobre ‘Out of Our Minds’

Salva López

Profesor de Márketing en ESADE, emprendedor y autor de ROCKvolución empresarial y Persiguiendo la excelencia

Hace algunos años leí una afirmación de Tom Peters especialmente iluminadora: “Pregunta a cualquiera de tus empleados qué es lo que hace en su tiempo libre y te contestará que hace actividades creativas, vigorosas, comprometidas… Eso es lo que verdaderamente hace, excepto en el tiempo que trabaja para ti”.

Como especie, hay dos cosas que nos atraen especialmente, como la miel a las abejas. Una es la compañía de otras personas, ya que estamos diseñados biológicamente para trabajar en grupo. Para disfrutar de su compañía hacen falta dos cosas: pasarlo bien juntos y sentir que en su compañía uno mejora como persona.

El otro imán de nuestras vidas es la creatividad, no solo la artística, sino también la social. Organizar una cena de amigos, planificar unas vacaciones o fundar un club excursionista puede considerarse una actividad tan creativa como escribir un poema o componer una canción. La creatividad no es exclusiva de los artistas.

Las organizaciones no son mecanismos y las personas no son componentes. Cuando se obvia esto, nos encontramos con empresas en las que el ambiente no es motivador, las personas se sienten un número y su creatividad no encuentra cómo fluir. En esas organizaciones-máquina, el clavo que sobresale recibe un martillazo. Los mandos se refugian en la jerarquía y el miedo a la creatividad de los subordinados crea un escenario tóxico para la imaginación, la creatividad y la innovación.

Los empleados que no perciben su empresa como un hábitat amable para desarrollar su potencial no se sienten en su elemento y lo buscarán en otro lugar, normalmente en sus aficiones, puesto que nuestra naturaleza humana nos impulsa a encontrar ese entorno en el que podamos dar lo mejor de nosotros.

Muchas de las grandes bandas de rock y pop de nuestra historia reciente surgieron justamente durante las etapas estudiantiles de sus componentes. U2, Queen, Pink Floyd, Radiohead e incluso los Beatles (George Harrison tenía solo 14 años cuando se les unió) surgieron en medio del entorno educativo.

Cuando una empresa logra hacer música, el mercado aplaude

El espíritu emprendedor de todos esos músicos se coló por las rendijas, como el agua que siempre encuentra una salida, hasta alcanzar otro hábitat, en el que cada uno halló su medio óptimo para florecer y proporcionar el mejor valor que podía aportar a su generación, el producto reunido de su imaginación, su creatividad y su innovación: la música.

¿Pueden las organizaciones funcionar como bandas de rock? Pueden hacerlo proporcionando a sus empleados una ventana espacio-temporal donde cultivar su creatividad, donde agruparse por pasiones y donde sentir que mejoran como personas trabajando en equipo. Dejemos que en ese espacio se agrupen solos, que elijan sus proyectos y que desarrollen su liderazgo creativo, aunque solo sea durante un par de horas a la semana.

Conozco empresas que ya lo hacen y los resultados son extraordinarios: nuevos productos, autoformación continua de sus empleados, fidelidad a la empresa, mejora del clima laboral e, incluso, spin-offs con las nuevas ideas surgidas en ese entorno. Las empresas también pueden funcionar como bandas de rock y no hay que olvidar que, cuando una empresa logra hacer música, el mercado aplaude.

@Viajerosonico

Salva López

Profesor de Márketing en ESADE, emprendedor y autor de ROCKvolución empresarial y Persiguiendo la excelencia

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