¿Vendrá el lobo de nuevo?
Ana Beobide
Partner & senior advisor en Alantra Wealth Management
El libro de Roubini esboza los peligros que acechan a nuestra economía y, por tanto, al bienestar de la humanidad. Como suele ser habitual en el autor predomina un tono pesimista en las mega tendencias que enumera en su exposición. No en vano, el economista ha sido apodado “doctor catástrofe” por esa “afición” a las advertencias. A pesar de ello hay que reconocer el mérito y reputación que se ganó cuando predijo la gran crisis financiera del 2008 y advirtió de sus graves repercusiones para la economía.
El escenario económico que plantea es una situación de estanflación (estancamiento económico más inflación) donde la inflación es un problema estructural. Sus argumentos para fundamentar esta afirmación resultan sólidos y creíbles. La inflación puede ser más duradera de lo que proclaman los gobiernos y él la considera como la principal amenaza a corto plazo.
Cuestiones, como el exceso de deuda global, son desequilibrios económicos que deben ser solucionados o, al menos, su tendencia debe ser revertida con urgencia. Es cierto que, como consecuencia de la pandemia, asistimos a políticas fiscales, monetarias y crediticias muy laxas. Los Bancos Centrales intentaron que las necesidades sociales se cubrieran proporcionando recursos a las familias y empresas de forma generalizada y provocando una situación de tipos de interés artificialmente bajos. Pero esto no es sostenible y es urgente volver a la ortodoxia de los déficits y de la deuda. Recuperar los compromisos europeos de déficits y deuda reduciendo el gasto en el corto plazo es una necesidad más que una opción.
Durante los próximos años viviremos una situación demográfica aún más compleja en Europa que desencadenará mayores necesidades en el ámbito sanitario y de pensiones. Esto es lo que denomina el autor la deuda implícita. Cuanto antes seamos conscientes de que es una responsabilidad inasumible por los estados, antes entenderemos que las soluciones van a requerir sacrificios personales, por ejemplo, vía aumentos de la vida laboral o disminución de la cobertura pública de pensiones.
Otra de las “megamenazas” a la que alude el profesor Roubini son los cambios en la globalización de la economía. Venimos de décadas de desarrollo donde la inexistencia de barreras al comercio de bienes y servicios ha contribuido positivamente al crecimiento global. Sin embargo, la aparición de disputas en el terreno tecnológico, datos e información ha provocado su ruptura. Las dos potencias mundiales, China y USA compiten por el liderazgo tecnológico y obligan a un orden mundial distinto. El desarrollo de la inteligencia artificial está tensionando más está rivalidad, aunque el autor no deja de reconocer la oportunidad que brinda su desarrollo para la humanidad.
En total, enumera una decena de “megamenazas” que, superpuestas, son devastadoras. A las ya comentadas, hay que unir la expansión de la ola populista, la emergencia climática, la normalización de las pandemias globales, la automatización del empleo y el aumento de las desigualdades. ¡¡¡¡Casi nada!!!
El rayo de esperanza nos lo brinda cuando reconoce que se puede evitar el “desastre” con una cooperación internacional que minimice los impactos negativos. Asume que la humanidad ha mejorado durante los últimos años en aspectos como la reducción de la pobreza extrema, el acceso a la educación y la mejora de la salud. Afirma que el futuro es incierto y está sujeto a múltiples factores y eventos impredecibles. Menos mal que nos deja pensar que todo puede cambiar…….
El libro
Tendencias globales de futuro
Nouriel Roubini
Existen diez tendencias globales que se consideran amenazas significativas para el futuro de la humanidad, ante las que existen posibles estrategias para enfrentarlas y sobrevivir a ellas.